miércoles, 30 de marzo de 2016

La Internacional Comunista y la lucha armada (VI)

En este envío se publican las tesis sobre estructura, métodos y acción de los partidos comunistas, escritas en base a la experiencia del partido bolchevique. Dada la gran extensión del texto que abarca casi toda la acción de los partidos comunistas, se publican solamente algunos extractos referidos a temas generales de organización y, en particular, a temas de organización de la lucha armada (ver tesis N° 53 y siguientes).


TESIS SOBRE LA ESTRUCTURA, LOS MÉTODOS Y LA ACCIÓN DE LOS PARTIDOS COMUNISTAS (O. V. Kuusinen y W. Koenen).

I. GENERALIDADES

1. La organización del Partido debe adaptarse a las condiciones y a los objetivos de su actividad. El Partido comunista debe ser la vanguardia, el ejército dirigente del proletariado durante todas las fases de su lucha de clases revolucionaria y durante el período de transición ulterior hacia la realización del socialismo, primer grado de la sociedad comunista.

2. No puede haber una forma de organización inmutable y absolutamente conveniente para todos los partidos comunistas. Las condiciones de la lucha proletaria se transforman incesantemente y, conforme a esas transformaciones, las organizaciones de vanguardia del proletariado deben buscar también constantemente nuevas formas más convenientes. Las particularidades históricas de cada país determinan a su vez formas especiales de organización para los diferentes partidos.

Pero esas diferenciaciones tienen un cierto límite. La similitud de las condiciones de la lucha proletaria en los diferentes países y en las distintas fases de la revolución proletaria constituye, pese a todas las particularidades existentes, un hecho de esencial importancia para el movimiento comunista. Esta similitud es la que proporciona la base común para la organización de los partidos comunistas de todos los países.

Sobre esta base es preciso desarrollar la organización de los partidos comunistas y no tender a la fundación de algún nuevo partido modelo en lugar del ya existente, o buscar una forma de organización absolutamente correcta, o estatutos ideales.

3. La mayoría de los partidos comunistas así como la Internacional comunista, en tanto que conjunto del proletariado revolucionario de todo el mundo, tienen en común, en las condiciones de su lucha, que deben combatir contra la burguesía aún reinante. La victoria sobre ésta, la conquista del poder arrebatado a la burguesía, constituye para esos partidos y para esta Internacional el objetivo principal y decisivo.

Por lo tanto, lo esencial, para todo el trabajo de organización de los partidos comunistas en los países capitalistas, es construir una organización que posibilite la victoria de la revolución proletaria sobre las clases poseedoras y que la consolide.

4. En las acciones comunes, es indispensable la existencia de una dirección para obtener la victoria. Esta es necesaria sobre todo en vista de los grandes combates de la historia mundial. La organización de los partidos comunistas es la organización de la dirección comunista en la revolución proletaria.

Para guiar correctamente a las masas, el Partido también tiene necesidad de una buena dirección. La tarea esencial de organización que se nos impone es la siguiente: formación, organización y educación de un Partido comunista puro y realmente dirigente para guiar el movimiento revolucionario proletario.

5. La dirección de la lucha social revolucionaria supone en los partidos comunistas y en sus órganos dirigentes la combinación orgánica de la mayor potencia de ataque y de la más perfecta adaptación a las condiciones cambiantes de la lucha.  

Una buena dirección supone además la vinculación más estrecha con las masas proletarias. Sin esta vinculación, el Comité dirigente nunca guiará a las masas. En el mejor de los casos, sólo podrá seguirla.

Esas relaciones orgánicas deben ser establecidas en las organizaciones del partido comunista mediante la centralización democrática.

II. LA CENTRALIZACIÓN DEMOCRÁTICA

6. La centralización democrática en la organización del partido comunista debe ser una verdadera síntesis, una fusión de la centralización y de la democracia proletaria. Esta fusión sólo puede ser obtenida mediante una actividad y una lucha permanente y común del conjunto del partido.

La centralización en el partido comunista no debe ser formal y mecánica; debe ser una centralización de la actividad comunista, es decir la formación de una dirección poderosa, dispuesta al ataque y a la vez capaz de adaptación. Una centralización formal o mecánica sólo significaría la centralización del “poder” en manos de una burocracia tendiente a dominar a los demás miembros del partido o a las masas del proletariado revolucionario externas al partido. Pero solamente los enemigos del comunismo pueden pretender que, por medio de esas funciones de dirección de la lucha proletaria y la centralización de esta dirección comunista, el partido comunista domine al proletariado revolucionario. Esto es una mentira y, además, dentro del partido, la lucha por la dominación o un antagonismo entre dirigentes es incompatible con los principios adoptados por la Internacional comunista relativos a la centralización democrática.

En las organizaciones del viejo movimiento obrero no revolucionario se desarrolló un dualismo de idéntica naturaleza al de la organización del Estado burgués. Nos referimos al dualismo entre la burocracia y el “pueblo”. Bajo la influencia desalentadora de la atmósfera burguesa, las funciones se aislaron en cierto modo, la comunidad de trabajo fue remplazada por una democracia puramente formal, y la propia organización se dividió en funcionarios activos y en una masa pasiva. El movimiento obrero revolucionario hereda, hasta cierto punto inevitablemente, del ambiente burgués esta tendencia al formalismo y al dualismo.

El Partido comunista debe superar radicalmente esos antagonismos mediante un trabajo sistemático, político y de organización que encare sucesivas mejoras y revisiones.


III. EL DEBER DE TRABAJAR DE LOS COMUNISTAS

8. El partido comunista debe ser una escuela de trabajo del marxismo revolucionario. Es mediante el trabajo cotidiano común en las organizaciones del Partido como se reafirman los vínculos entre los diferentes grupos y afiliados.

En los Partidos comunistas legales no existe aún en la actualidad la participación regular de la mayoría de los miembros en el trabajo político cotidiano. Ese es su mayor defecto y la causa de una perpetua incertidumbre en su desarrollo.

9. El peligro que siempre amenaza a un Partido obrero que da sus primeros pasos hacia la transformación comunista es el de conformarse con la aceptación de un programa comunista, remplazar en su propaganda la doctrina anterior por la del comunismo y sustituir solamente a los funcionarios hostiles a esta doctrina por comunistas. Pero la adopción de un programa comunista sólo es una manifestación del deseo de convertirse en comunistas. Si a ello no se agregan acciones comunistas y si, en la organización del trabajo político, es mantenida la pasividad de la masa de los miembros, el Partido no realiza la mínima parte de lo que prometió al proletariado con la aceptación del programa comunista.

Pues la primera condición de una realización consciente de este programa es la movilización de todos los afiliados en el trabajo cotidiano permanente.

El arte de la organización comunista consiste en utilizar todo y a todos para la lucha proletaria de clases, en repartir racionalmente entre todos los miembros del Partido el trabajo político y en arrastrar por su intermedio a masas más vastas del proletariado al movimiento revolucionario, a mantener firmemente en sus manos la dirección del conjunto del movimiento, no por la fuerza del poder sino por la fuerza de la autoridad, es decir de la energía, la experiencia, la capacidad y la tolerancia.


16. Nuestro trabajo político general es la lucha práctica o teórica o la preparación de esta lucha. La especialización de ese trabajo fue muy defectuosa hasta el momento. Hay dominios muy importantes en los cuales el partido sólo ha realizado hasta el momento esfuerzos accidentales. Por ejemplo, los partidos legales no han hecho casi nada en el campo de la lucha especial contra la policía política. La instrucción de los camaradas del partido se realiza en general de modo accidental y secundario, y esto último tan superficialmente, que la mayor parte de las decisiones más importantes del Partido, hasta el programa y las resoluciones de la Internacional comunista, todavía son totalmente desconocidos por los grandes sectores de miembros del partido. El trabajo de instrucción debe ser ordenado y profundizado incesantemente por parte de todo el sistema de las organizaciones del partido, todos los grupos de trabajo, a fin de obtener mediante esos esfuerzos sistemáticos, un grado cada vez más elevado de especialización.


IV. PROPAGANDA Y AGITACIÓN

20. Nuestra tarea más importante antes de la sublevación revolucionaria declarada es la propaganda de agitación revolucionaria. En su mayor parte, esta actividad y su organización aún es llevada a cabo con frecuencia a la antigua usanza formalista, mediante manifestaciones ocasionales, mediante reuniones de masas y sin preocuparse del contenido revolucionario concreto de los discursos y de los escritos.

La propaganda y la agitación comunista deben, ante todo, arraigarse en los medios más profundos del proletariado. Debe ser engendrada por la vida concreta de los obreros, por sus intereses comunes, particularmente por sus luchas y esfuerzos.

Lo que imprime más fuerza a la propaganda comunista es su contenido revolucionador. Desde ese punto de vista, es preciso considerar lo más atentamente posible las consignas y la actitud a adoptar con respecto a los problemas concretos en las diversas situaciones. A fin de que el partido siempre pueda adoptar una posición justa, debe impartirse un curso de instrucción prolongado y completo no solamente a los propagandistas y agitadores profesionales sino también a los demás afiliados.

21. Las formas principales de propaganda y de agitación comunistas son: entrevistas personales verbales, participación en los combates de los movimientos obreros sindicales y políticos, acción ejercida por la prensa y la literatura del partido. Cada miembro de un partido legal o ilegal debe, de una forma u otra, participar regularmente en esta actividad.

22. Cuando la propaganda comunista se realiza en los países capitalistas donde la mayoría del proletariado no tiene ninguna inclinación revolucionaria consciente, es preciso buscar métodos de acción cada vez más perfectos para ir al encuentro de la comprensión del obrero que aún no es revolucionario pero que comienza a serlo y para facilitarle la entrada al movimiento revolucionario. La propaganda comunista debe servirse de sus principios en las diferentes situaciones para sostener en el espíritu del obrero durante su lucha interior contra las tradiciones y las inclinaciones burguesas, las tendencias que en él recién comienzan a surgir, inconscientes aún, incompletas, vacilantes y semiburguesas, pero que constituyen para él un elemento de progreso revolucionario.

A la vez, la propaganda comunista no debe limitarse a las demandas o esperanzas de las masas proletarias tal como son en la actualidad, es decir restringidas y vacilantes. Los gérmenes revolucionarios de esas demandas y esperanzas sólo constituyen el punto de partida necesario para influir sobre ellas. Pues solamente mediante esta combinación es posible explicar al proletariado de una manera más comprensible lo que es el comunismo.

23. Es preciso realizar la agitación comunista entre las masas proletarias de modo tal que los proletarios militantes reconozcan a nuestra organización comunista como la que debe dirigir leal y valerosamente, con previsión y energía, su propio movimiento hacia un objetivo común.

Con este fin, los comunistas deben participar en todos los combates espontáneos y en todos los movimientos de la clase obrera y tomar a su cargo la defensa de los intereses de los obreros en todos sus conflictos con los capitalistas respecto a la jornada de trabajo, etc. Al hacerlo, los comunistas se ocuparán enérgicamente de los problemas concretos de la vida de los obreros, ayudándolos a desenvolverse en esas cuestiones, a atraer su atención sobre las irregularidades más evidentes, a formular exactamente y en forma práctica sus reivindicaciones ante los capitalistas y a la vez a desarrollar en ellos el espíritu de solidaridad y la conciencia de la comunidad de sus intereses y los de los obreros de todos los países, como una clase unida y que constituye una parte del ejército mundial del proletariado.

Sólo si se participa constantemente en ese menudo pero absolutamente necesario trabajo cotidiano, si se aplica el mayor espíritu de sacrificio en todos los combates del proletariado, el “Partido comunista” podrá convertirse en un verdadero Partido comunista.


La participación consciente y sacrificada de toda la masa de los afiliados de un partido en la escuela de los combates y diferendos cotidianos entre los explotados y los explotadores es la premisa indispensable no solamente de conquista sino también, en una medida aún más amplia, de la realización de la dictadura del proletariado. Solamente colocándose al frente de las masas obreras en sus constantes escaramuzas contra los ataques del capital, el partido comunista puede ser capaz de convertirse en esa vanguardia de la clase obrera, de aprender sistemáticamente a dirigir en los hechos al proletariado y de adquirir los medios de preparar conscientemente la derrota de la burguesía.

24. Los comunistas deben ser movilizados en gran número para tomar parte en el movimiento de los obreros, sobre todo durante las huelgas, los lock-outs y demás despidos en masa.


30. Para la propaganda en el ejército y en la flota del Estado capitalista, habrá que buscar en cada país los métodos más apropiados. La agitación antimilitarista en un sentido pacifista es muy perjudicial, pues sólo logra alentar a la burguesía en su deseo de desarmar al proletariado. El proletariado rechaza en principio y combate del modo más enérgico a todas las instituciones militaristas del Estado burgués y de la clase burguesa en general. Por otra parte, el proletariado aprovecha esas instituciones (ejército, sociedades de preparación militar, milicia por la defensa de los ciudadanos, etc.) para ejercitar militarmente a los obreros con vistas a las luchas revolucionarias. La agitación intensiva no debe, por lo tanto, estar dirigida contra la formación militar de la juventud y de los obreros sino contra el orden militarista y contra la arbitrariedad de los oficiales. El proletariado debe utilizar del modo más enérgico toda posibilidad de apropiarse de armas.

La antítesis de clases que se pone de manifiesto en los privilegios materiales de los oficiales y en los malos tratos infligidos a los soldados debe ser comprendida por estos últimos. Además, en las campañas agitativas destinadas a los soldados, es preciso destacar claramente hasta qué punto todo su futuro está estrechamente ligado a la suerte de la clase explotada. En un período avanzado de fermentación revolucionaria, la agitación a favor de la elección democrática de los mandos por parte de los soldados y marineros y a favor de la formación de soviets de soldados puede ser muy eficaz para sabotear las bases del poder de la clase capitalista.

En la agitación contra las tropas especiales que la burguesía organiza para la guerra de clases y en particular contra sus grupos de voluntarios armados, es necesario concentrar constantemente el máximo de atención y energía. En los lugares donde la estructura social y el medio corrompido lo permitan, la descomposición social debe ser introducida sistemáticamente y en el momento oportuno en sus filas. Cuando estos grupos o tropas posean un carácter de clase uniformemente burgués, como por ejemplo en las tropas compuestas exclusivamente de oficiales, es preciso desenmascararlas ante el conjunto de la población, tornarlas despreciables y odiosas de modo de provocar su disolución interna a consecuencia del aislamiento que la acción de propaganda provocará.

V. ORGANIZACIÓN DE LAS LUCHAS POLÍTICAS

31. Para un partido comunista, en ninguna circunstancia su organización puede permanecer políticamente inactiva. La utilización orgánica de toda situación política y económica y de toda modificación de esta situación debe ser elevada al nivel de una estrategia y de una táctica organizadas.

Aunque el Partido aún sea débil, se halla sin embargo en condiciones de aprovechar los acontecimientos políticos o las grandes huelgas que conmueven toda la vida económica, para llevar a cabo una acción de propaganda radical, sistemática y metódicamente organizada. Apenas el Partido tome una decisión ante cualquier situación de este tipo, debe movilizar enérgicamente en su campaña a todos sus afiliados y a todos los sectores de su organización.


32. Las manifestaciones y las acciones demostrativas exigen una dirección muy abnegada y flexible, que considere constantemente el objetivo de esas acciones y esté en todo momento en condiciones de apreciar si la manifestación tuvo el mayor éxito posible o si en la situación dada es posible intensificarla aún más ampliándola para convertirla en una acción de masas bajo la forma primeramente de huelgas demostrativas y luego de huelgas de masas. Las manifestaciones pacifistas llevadas a cabo durante la guerra nos enseñaron que, aún después del aplastamiento de este tipo de manifestación, un verdadero partido proletario de lucha, aun si actúa en la ilegalidad, no debe ni vacilar ni detenerse cuando se trata de un gran objetivo actual que necesariamente despierta en las masas un creciente interés.

Las manifestaciones callejeras encuentran su mejor apoyo en las grandes empresas. Cuando se ha logrado crear un cierto estado de ánimo general mediante el trabajo preparatorio metódico de nuestras células y nuestras fracciones, luego de una propaganda oral o por medio de panfletos, los hombres de confianza de nuestro partido en las empresas, los responsables de las células y de las fracciones, deberán ser convocados por el Comité Dirigente a una conferencia donde serán discutidas las operaciones convenientes para el día siguiente, el momento exacto de la concentración, el carácter de las consignas, las perspectivas de la acción, su intensificación y el momento de su terminación y desconcentración. Un grupo de funcionarios provistos de instrucciones correctas y expertos en problemas de organización deberá constituir el eje de la manifestación desde la partida en el lugar de trabajo hasta su dispersión. A fin de que esos funcionarios mantengan un contacto directo entre sí y puedan recibir permanentemente las directivas políticas necesarias en todo momento, los trabajadores responsables del Partido deberán participar metódicamente, confundidos entre la masa, en la manifestación. Esta dirección móvil política y organizada de la manifestación constituye la condición más favorable para la reanudación y eventualmente para la intensificación de la acción y su transformación en grandes acciones de masas.


VIII. EL NEXO ENTRE EL TRABAJO LEGAL Y EL TRABAJO ILEGAL

53. En la vida diaria de un partido comunista pueden producirse, según las diferentes fases de la revolución, variaciones funcionales. Pero, en el fondo, no existe diferencia esencial en la estructura que deben esforzarse por lograr un partido legal y un partido ilegal.

El Partido debe estar organizado de tal modo que pueda adaptarse rápidamente a las modificaciones de las condiciones de la lucha.

El partido comunista debe convertirse en una organización de combate capaz, por una parte, de evitar en campo abierto a un enemigo con fuerzas superiores concentradas en un punto y, por otra parte, de utilizar las dificultades con que tropieza ese enemigo para atacarlo donde menos se lo espera. Constituiría un error muy grande el prepararse exclusivamente para las sublevaciones y los combates callejeros o para los períodos de mayor opresión. Los comunistas deben realizar su trabajo revolucionario preparatorio en todas las situaciones y estar siempre dispuestos a la lucha, pues con frecuencia es casi imposible prever la alternancia de los períodos de flujo y reflujo. No se puede aprovechar esta previsión para reorganizar el Partido porque el cambio habitualmente es demasiado rápido y se produce sorpresivamente.

54. Los Partidos comunistas legales de los países capitalistas en general aún no han tomado suficientemente como tarea esta preparación para los levantamientos revolucionarios, los combates armados y en general la lucha ilegal. Con demasiada frecuencia se construye la organización del Partido con vista a una acción legal prolongada y de acuerdo con las exigencias de las tareas legales cotidianas.

En los Partidos ilegales, por el contrario, a menudo tampoco se comprende lo suficiente que es preciso utilizar las posibilidades de la acción legal y organizar el Partido de tal modo que esté en contacto directo con las masas revolucionarias. Los esfuerzos del partido tienden a convertirse en un trabajo de Sísifo o en una conspiración impotente.

Esos dos errores, tanto el del partido ilegal como el del partido legal, son graves. Un partido comunista legal debe saber prepararse, del modo más enérgico, para las exigencias de una actividad clandestina y en particular estar armado en espera de levantamientos revolucionarios. Y por otra parte, un partido comunista ilegal debe saber utilizar todas las posibilidades del movimiento obrero legal para convertirse, mediante un trabajo político intensivo, en el organizador y el verdadero guía de las grandes masas revolucionarias. La dirección del trabajo legal y del trabajo ilegal debe estar permanentemente unida en manos de la misma dirección central del partido.

55. En los partidos legales, al igual que en los partidos ilegales, el trabajo ilegal es con frecuencia concebido como la formación y el mantenimiento de una organización cerrada, exclusivamente militar y aislada del resto de la política y de la organización del Partido. Esta concepción es totalmente errónea. En el período revolucionario, la formación de nuestra organización de combate debe, por el contrario, ser el resultado del conjunto de la acción comunista del partido. El partido en su conjunto debe convertirse en una organización de combate para la revolución. Las organizaciones revolucionarias aisladas de carácter militar, surgidas prematuramente antes de la revolución, tienden demasiado fácilmente a la disolución y a la desmoralización porque carecen en el partido de un trabajo inmediatamente útil.

56. Para un partido ilegal, es muy importante evitar permanentemente que sus afiliados y sus organismos sean descubiertos. Por lo tanto, es preciso cuidar que sean entregados por medio de listas, por imprudencias en la distribución de los materiales o el pago de las cotizaciones. Un partido ilegal no debe utilizar en la misma medida que un partido legal las formas abiertas de organización para objetivos conspirativos, aunque sin embargo, debe tratar de poder hacerlo cada vez en mayor medida.

Serán adoptadas todo tipo de medidas para impedir que elementos dudosos y poco seguros entren en el Partido. Los medios a emplear para hacerlo dependen en gran parte del carácter del Partido, legal o ilegal, perseguido o tolerado, en vías de crecimiento o de estancamiento. Un medio que en ciertas circunstancias sirvió con eficacia es el sistema de candidatura. Las personas que desean ser admitidas al Partido lo son ante todo como candidatos, previa presentación de dos miembros del Partido, y según cómo realicen las tareas que les son confiadas, son admitidos o no como miembros del partido.

La burguesía enviará inevitablemente provocadores y agentes a las organizaciones ilegales. Es preciso llevar a cabo contra ellos una lucha constante y minuciosa. Uno de los mejores métodos consiste en combinar hábilmente la acción legal con la ilegal. Un trabajo revolucionario legal de cierta duración es el mejor modo de darse cuenta del grado de confianza que cada uno merece, de su conciencia, de su coraje, de su energía, de su puntualidad. Así se podrá determinar si es posible encargar un trabajo ilegal que corresponda más a su capacidad.

Un partido ilegal debe prepararse cada vez más contra toda sorpresa (por ejemplo, guardando a buen recaudo las direcciones de contactos, destruyendo por regla general las cartas, conservando cuidadosamente los documentos necesarios, instruyendo conspirativamente a los agentes de enlace, etc.).

57. Nuestro trabajo político general debe estar distribuido de tal modo que ya antes del levantamiento revolucionario abierto se desarrollen y se afirmen las raíces de una organización de combate que corresponda a las exigencias de esta fase. Es particularmente importante que en su acción la dirección del Partido comunista tenga en cuenta permanentemente esas exigencias, que trate en la medida de lo posible de planteárselas anticipadamente. No puede, por cierto, tener de ellas una idea exacta y clara, pero esa no es una razón para descuidar el punto de vista esencial de la dirección de la organización comunista.

Si se produce un cambio funcional en el partido comunista en momentos del levantamiento revolucionario declarado, el partido mejor organizado puede enfrentarse con problemas extremadamente difíciles y complejos. Puede suceder que se vea obligado en un intervalo de algunos días a movilizar al partido para una lucha armada, a movilizar no sólo al partido sino también a sus reservas, a organizar a los simpatizantes y toda la retaguardia, es decir a las masas revolucionarias no organizadas. En ese momento, no se tratará de formar un ejército rojo regular. Debemos vencer sin ejército construido de antemano, solamente con las masas colocadas bajo la dirección del partido. Si nuestro partido no está preparado por su dirección organizativa para esta eventualidad, la lucha más heroica será inútil.

58. En algunas situaciones revolucionarias se ha observado varias veces que las direcciones centrales revolucionarias no han actuado a la altura de su misión. En la organización a nivel inferior, el proletariado demostró magníficas cualidades durante la revolución, pero en su Estado Mayor imperaron con frecuencia el desorden, el caos y la impotencia. Algunas veces falta hasta la más elemental división del trabajo, el servicio de información es tan malo que plantea más inconvenientes que utilidad, o el servicio de enlace no es merecedor de ninguna confianza. Cuando se necesita un correo secreto, un transporte, un refugio, una imprenta clandestina, comúnmente sólo se los obtiene a raíz de una fortuita casualidad. Toda provocación por parte del enemigo organizado tiene posibilidad de triunfar.

Y no puede ocurrir de otro modo si el partido revolucionario que detenta la dirección no se organizó previamente. Así por ejemplo, la vigilancia y el descubrimiento de la policía política exigen una experiencia especial, un aparato secreto para el enlace, sólo puede funcionar con prontitud y seguridad luego de un largo entrenamiento, etc. En esos campos de la actividad revolucionaria especial, todo partido comunista legal debe realizar preparativos secretos, por mínimos que sean.

También en este sentido puede ser desarrollado en gran medida el aparato necesario por medio de una acción totalmente legal, si se toman los debidos recaudos durante su funcionamiento para que inmediatamente pueda ser transformado en aparato ilegal. Así, por ejemplo, la organización encargada de la distribución, exactamente regulada, de panfletos legales, de publicaciones y de cartas puede ser transformada en aparato secreto de enlace (servicio de correos, puestos secretos, alojamientos secretos, transportes conspirativos, etc.).

59. El organizador comunista debe considerar anticipadamente a todo miembro del Partido y a todo militante revolucionario en su futuro papel histórico de soldado de nuestra organización de combate, durante la época de la revolución. Así puede destinarlo de antemano, en la célula a que pertenece, al trabajo que mejor corresponda con su puesto y su servicio futuros. Su acción actual debe, sin embargo, constituir un servicio útil en sí y necesario para la lucha actual, y no solamente un ejercicio que el obrero práctico no comprendería inmediatamente, pues esta actividad es también en parte un ejercicio tendiente a cubrir las exigencias más esenciales de la futura lucha final.

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