En el siguiente texto la Internacional Comunista vuelca las tesis de cuál es el papel que debe jugar el partido comunista en la revolución proletaria.
En este sentido, es una tesis de la Internacional Comunista que el proletariado deberá llegar a la insurrección armada contra la burguesía y su Estado para poder hacer la revolución. De ello se deduce la necesidad de conformar un partido centralizado de combate que busque organizar la insurrección y el armamento de los trabajadores.
RESOLUCIÓN SOBRE EL PAPEL DEL PARTIDO COMUNISTA EN LA REVOLUCIÓN
PROLETARIA
El proletariado mundial se halla en vísperas de
una lucha decisiva. La época en que vivimos es una época de acción directa contra la burguesía. La hora
decisiva se acerca. Pronto, en todos los países donde existe un movimiento
obrero consciente, la clase obrera tendrá que librar una serie de combates
encarnizados, con las armas en las manos. En este momento más que nunca, la
clase obrera tiene necesidad de una sólida organización. De ahora en adelante
la clase obrera debe prepararse infatigablemente para esta lucha, sin perder un
solo minuto.
Si en 1871, durante la Comuna de París, la clase
obrera hubiese tenido un Partido comunista sólidamente organizado, aunque fuese
poco numeroso, la primera insurrección del heroico proletariado francés habría
sido mucho más fuerte y habría evitado muchos errores. Las batallas que el
proletariado tendrá que librar ahora, en coyunturas históricas muy diferentes,
tendrán resultados mucho más graves que en 1871.
El 2º Congreso mundial de la Internacional
comunista señala a los obreros revolucionarios de todo el mundo la importancia
de las siguientes consideraciones:
1. El partido comunista es una fracción de la
clase obrera y desde luego es su fracción más avanzada, la más consciente y,
por consiguiente, la más revolucionaria. Se crea mediante la selección
espontánea de los trabajadores más conscientes, adictos y esclarecidos. El
Partido comunista no tiene intereses diferentes de los de la clase obrera. El
Partido comunista sólo difiere de la gran masa de trabajadores en lo que él
considera la misión histórica del conjunto de la clase obrera y se esfuerza en
todo momento en defender, no los intereses de algunos grupos o profesiones,
sino los de toda la clase obrera. El Partido comunista constituye la fuerza
organizadora y política, con ayuda de la cual la fracción más adelantada de la
clase obrera dirige por el buen camino a las masas del proletariado y del
semiproletariado.
2. Mientras el poder gubernamental no sea
conquistado por el proletariado y en tanto este último no haya consolidado, de
una vez por todas, su predominio y haya prevenido toda tentativa de
restauración burguesa, el Partido comunista sólo englobará en sus filas
organizadas a una minoría obrera. Hasta la toma del poder y en la época de
transición, el Partido comunista puede, gracias a circunstancias favorables,
ejercer una influencia ideológica y política incuestionable en todos los sectores proletarios y semiproletarios de
la población, pero no puede reunirlos organizadamente
en sus filas. Sólo cuando la dictadura proletaria prive a la burguesía de
medios de acción tan poderosos como la prensa, la escuela, el parlamento, la
Iglesia, la administración, etc., cuando la derrota definitiva del régimen
burgués sea evidente para todos, entonces todos los obreros, o al menos la
mayoría, comenzarán a entrar en las filas del Partido comunista.
3. Las nociones de partido y de
clase deben ser distinguidas con el mayor cuidado. Los miembros de los
sindicatos “cristianos” y liberales de Alemania, de Inglaterra y de otros
países pertenecen indudablemente a la clase obrera. Los grupos obreros más o
menos considerables que todavía se ubican en las filas de Scheidemann, Gompers
y otros también pertenecen a ella. En esas condiciones históricas, es muy
posible que surjan numerosas tendencias reaccionarias en el seno de la clase
obrera. La tarea del comunismo no consiste en adaptarse a esos elementos
atrasados de la clase obrera sino en elevar a toda la clase obrera al nivel de
la vanguardia comunista. La confusión entre esas dos nociones de partido y de clase puede
conducir a errores y malentendidos muy graves. Es evidente, por ejemplo, que
los partidos obreros debían, pese a los prejuicios y al estado de ánimo de un
sector de la clase obrera durante la guerra imperialista, rebelarse a cualquier
precio contra esos prejuicios y ese estado de ánimo, en nombre de los intereses
históricos del proletariado que colocaban a su partido en la obligación de declarar
la guerra a la guerra. 1654641
Es así, por ejemplo, cómo a
comienzos de la guerra imperialista de 1914, los partidos socialistas de todos
los países, al apoyar a “sus” respectivas burguesías, no olvidaban de
justificar su conducta invocando la voluntad de la clase obrera. Al hacerlo,
olvidaban que, aun cuando hubiere sido así, la tarea del partido proletario
consistía en reaccionar contra la mentalidad obrera general y defender a
cualquier precio los intereses históricos del proletariado. Por eso a comienzos
del siglo XX los mencheviques rusos (que en ese entonces se llamaban
economistas) repudiaban la lucha abierta contra el zarismo porque, según
decían, la clase obrera en su conjunto no se encontraba aún en condiciones de
comprender la necesidad de la lucha política.
Por eso también los independientes
de derecha en Alemania siempre justificaron sus medidas moderadas diciendo que
ante todo era preciso comprender los deseos de las masas, y ellos mismos no
comprendían que el partido está destinado a marchar a la cabeza de las masas y
a mostrarles el camino.
4. La Internacional comunista está
absolutamente convencida de que el fracaso de los antiguos partidos
“socialdemócratas” de la II Internacional en ningún caso puede ser considerado
como el fracaso de los partidos proletarios en general. La época de la lucha directa en vistas de la dictadura del proletariado exige un nuevo
partido proletario mundial: el partido comunista.
5. La Internacional comunista repudia
categóricamente la opinión según la cual el proletariado puede realizar su
revolución sin tener un partido político. Toda lucha de clases es una lucha
política. El objetivo de esta lucha, que tiende a transformarse inevitablemente
en guerra civil, es la conquista del poder político. Por eso el poder político
sólo puede ser conquistado, organizado y dirigido por un determinado partido
político. Únicamente en el caso en que el proletariado esté guiado por un
partido organizado y experimentado, que persiga fines claramente definidos y
que posea un programa de acción susceptible de ser aplicado tanto en la
política interna como en la política exterior, la conquista del poder político
puede ser considerada no como un episodio sino como el punto de partida de un
trabajo duradero de construcción comunista de la sociedad por el proletariado.
La misma lucha de clases exige también la
centralización y la dirección única de las diversas formas del movimiento
proletario (sindicatos, cooperativas, comités de fábricas, educación,
elecciones, etc.). El centro organizador y dirigente sólo puede ser un partido
político. Negarse a creerlo y a afirmarlo, negarse a someterse a ese principio
equivale a repudiar el mando único de los contingentes del proletariado que
actúan en puntos diferentes. La lucha de clase proletaria exige una agitación
concentrada, que esclarezca las diversas etapas de la lucha desde un único
punto de vista y atraiga en todo momento la atención del proletariado sobre las
tareas que le interesan en su conjunto. Todo esto no puede ser realizado sin un
aparato político centralizado, es decir fuera del marco de un partido político.
La propaganda de ciertos sindicalistas
revolucionarios y de los adherentes al movimiento industrialista de todo el
mundo (IWW) contra la necesidad de un partido político que se baste a sí mismo
objetivamente sólo ayudó y ayuda a la burguesía y a los “social-demócratas”
contrarrevolucionarios. En su propaganda contra un partido comunista al que
querrían remplazar con sindicatos o con uniones obreras de formas poco definidas
y demasiado vastas, los sindicalistas y los industrialistas tienen puntos de
coincidencia con oportunistas reconocidos.
Luego de la derrota de la revolución de 1905,
los mencheviques rusos difundieron durante algunos años la idea de un Congreso
obrero (así lo denominaban ellos) que debía remplazar al partido revolucionario
de la clase obrera. Los “laboristas amarillos” de toda clase en Inglaterra y
EE.UU. quieren remplazar el partido político por informes uniones obreras, e
inventan, al mismo tiempo, una táctica política absolutamente burguesa. Los
sindicalistas revolucionarios e industrialistas quieren combatir la dictadura
de la burguesía, pero no saben cómo hacerlo. No comprenden que una clase obrera
sin partido político es un cuerpo sin cabeza. El sindicalismo revolucionario y
el industrialismo significan un paso adelante sólo en relación a la vieja
ideología inerte y contrarrevolucionaria de la II Internacional. En relación al
marxismo revolucionario, es decir al comunismo, el sindicalismo y el industrialismo
significan un paso hacia atrás. La declaración de los comunistas “de la
izquierda alemana KAPD” (programa elaborado por su congreso constitutivo de
abril último) afirmando que forman un partido, pero “no un partido en el
sentido corriente del término” (keine
partei im überlieferten Sinne) constituye una
capitulación ante la opinión sindicalista e industrialista, y es un hecho
reaccionario.
Pero no es mediante la huelga general, mediante
la táctica de los brazos cruzados como la clase obrera puede lograr la victoria
sobre la burguesía. El proletariado
debe llegar a la insurrección armada. El que comprende esto debe también comprender que un partido
político organizado es necesario y que no pueden existir difusas
uniones obreras. Los sindicalistas revolucionarios hablan con frecuencia del
gran papel que debe desempeñar una minoría revolucionaria resuelta.
Ahora bien, en realidad, esta minoría resuelta
de la clase obrera que se demanda, esta minoría que es comunista y que tiene un
programa, que quiere organizar la lucha de las masas, es el Partido comunista.
6. La tarea más importante de un partido
realmente comunista consiste en permanecer siempre en contacto con las
organizaciones proletarias más amplias. Para lograrlo, los comunistas pueden y
deben participar en grupos que, sin ser grupos del partido, engloben a grandes
masas proletarias. Tales son, por ejemplo, los que se conocen con el nombre de
organizaciones de inválidos en diversos países, sociedades tales como “No
toquen a Rusia” (Hands of Russia) en Inglaterra, las uniones proletarias de arrendatarios, etc. Tenemos
aquí el ejemplo ruso de las conferencias de obreros y campesinos que se
declaran “independientes” de los partidos (bezpartinii).
Pronto serán organizadas asociaciones de este
tipo en cada ciudad, en cada barrio obrero y también en el campo. En ellas
toman parte amplias masas que incluyen también a trabajadores atrasados. Se
introducirá en el orden del día las cuestiones más interesantes:
aprovisionamiento, vivienda, problemas militares, enseñanza, tarea política del
momento actual, etc.... Los comunistas deben tener influencia en esas
asociaciones, con lo que se obtendrán resultados muy importantes para el
partido.
Los comunistas consideran como su tarea
principal un trabajo sistemático de educación y organización en el seno de esas
organizaciones. Pero precisamente para que ese trabajo sea fecundo, para que
los enemigos del proletariado revolucionario no puedan apoderarse de esas
organizaciones, los trabajadores avanzados, los comunistas, deben tener su
partido de acción organizada, que sepa defender al comunismo en todas las
coyunturas y ante todas las eventualidades.
7. Los comunistas no deben apartarse nunca de
las organizaciones obreras políticamente neutras, aun cuando posean un carácter
evidentemente reaccionario (uniones amarillas, uniones cristianas, etc.). En el
seno de esas organizaciones, el Partido comunista prosigue constantemente su
propia obra, demostrando infatigablemente a los obreros que la neutralidad
política es conscientemente cultivada entre ellos por la burguesía y por sus agentes
a fin de desviar al proletariado de la lucha organizada por el socialismo.
8. La antigua subdivisión clásica del movimiento
obrero en tres formas (partidos, sindicatos, cooperativas) ha cumplido su
ciclo. La revolución proletaria en Rusia dio origen a la forma esencial de la
dictadura del proletariado, los soviets. La nueva división que nosotros
reivindicamos en todas partes es la siguiente: 1º el partido, 2º el soviet, 3º
el sindicato.
Pero el trabajo en los soviets así como en los
sindicatos de industria vueltos revolucionarios debe ser invariable y
sistemáticamente dirigido por el partido del proletariado, es decir por el
partido comunista. En cuanto que vanguardia organizada de la clase obrera, el
partido comunista responde igualmente a las necesidades económicas, políticas y
espirituales de toda la clase obrera. Debe ser el alma de los sindicatos y de
los soviets así como de todas las otras formas de organización proletaria.
La aparición de los soviets, forma histórica
principal de la dictadura del proletariado, de ningún modo disminuye el papel
dirigente del partido comunista en la revolución proletaria. Cuando los
comunistas alemanes de “izquierda” (véase su Manifiesto al proletariado alemán
del 14 de abril de 1920 firmado por “el Partido obrero comunista alemán”)
declaran que “el partido debe también adaptarse cada vez más a la idea
sovietista y proletarizarse” (Kommunistische
Arbeiterzeitung, nº 54) vemos en ella una expresión insinuante de
la idea de que el partido comunista debe basarse en los soviets y que éstos pueden
remplazarlo. Esta idea es profundamente errónea y reaccionaria.
La historia de la revolución rusa nos muestra en
cierto momento a los soviets oponiéndose al partido proletario y sosteniendo a
los agentes de la burguesía. Lo mismo pudo observarse en Alemania y también es
posible en otros países.
Para que los soviets puedan realizar su misión
histórica, la existencia de un partido comunista lo suficientemente fuerte como
para no “adaptarse” a los soviets sino para ejercer sobre ellos una influencia
decisiva, obligarlos a “no adaptarse” a la burguesía y a la socialdemocracia
oficial, conducirlos por medio de esta fracción comunista, es, por el contrario,
necesario.
9. El partido comunista no es solamente
necesario a la clase obrera antes y durante la conquista del poder sino también después
de ella. La historia del partido comunista ruso,
que detenta desde hace tres años el poder, demuestra que el papel del partido
comunista, lejos de disminuir a partir de la conquista del poder, aumenta
considerablemente.
10. Cuando se produce la conquista del poder por
el proletariado, el partido del proletariado sólo constituye una fracción de la
clase de los trabajadores. Pero es la fracción que ha organizado la victoria.
Durante veinte años, como ya lo hemos visto en Rusia, desde hace varios años,
como lo hemos visto en Alemania, el partido comunista lucha no solamente contra
la burguesía sino también contra aquellos socialistas que en realidad no hacen
sino manifestar la influencia de las ideas burguesas sobre el proletariado. El
Partido comunista ha asimilado a los militantes más estoicos, más esclarecidos,
más progresistas de la clase obrera. Y la existencia de semejante organización
proletaria permite superar todas las dificultades con que se enfrenta el
partido comunista a partir del día siguiente de la victoria. La organización de
un nuevo ejército rojo proletario, la abolición efectiva del mecanismo
gubernamental burgués y la creación de los primeros lineamientos del aparato gubernamental
proletario, la lucha contra las tendencias corporativistas de ciertos grupos obreros,
la lucha contra el patriotismo regional y el espíritu localista, los esfuerzos tendientes
a crear una nueva disciplina de trabajo son otros tantos dominios donde el Partido
comunista, cuyos miembros atraen con su vivo ejemplo a las masas obreras, debe decir
la palabra decisiva.
11. La necesidad de un partido político del
proletariado sólo desaparecerá con las clases sociales. En la marcha del
comunismo hacia la victoria definitiva, es posible que la relación específica
existente entre las tres formas esenciales de la organización proletaria contemporánea
(partidos, soviets, sindicatos de industria) sea modificada y que un tipo único,
sintético, de organización obrera se cristalice poco a poco. Pero el partido
comunista sólo se resolverá completamente en el seno de la clase obrera cuando
el comunismo deje de ser el eje de la lucha social, cuando toda la clase obrera
sea comunista.
12. El 2º Congreso de la Internacional comunista
debe no solamente confirmar al partido en su misión histórica sino también
indicar al proletariado internacional al menos los lineamientos esenciales del
partido que nos es necesario.
13. La Internacional comunista
considera que sobre todo en la época de la dictadura del proletariado el
partido comunista debe estar basado en una inquebrantable centralización
proletaria. Para dirigir eficazmente a la clase obrera en la guerra civil larga
y tenaz que se avecina, el Partido comunista ruso, que durante tres años
dirigió con éxito a la clase obrera a través de las peripecias de la guerra
civil, ha demostrado que sin la mayor disciplina, sin una centralización
efectiva, sin una confianza absoluta de los adherentes con respecto al núcleo
dirigente del partido, la victoria de los trabajadores es imposible.
14. El partido comunista debe estar
basado en una centralización democrática. La constitución mediante elecciones
de los comités secundarios, la sumisión obligatoria de todos los comités al
comité superior y la existencia de un centro provisto de plenos poderes cuya
autoridad no puede, en el intervalo entre los Congresos del partido, ser
cuestionada por nadie, esos son los principios esenciales de la centralización
democrática.
15. Toda una serie de Partidos
comunistas en Europa y en América son puestos por el estado de sitio fuera del
marco de la legalidad. Es conveniente recordar que el principio electivo puede
sufrir, en esas condiciones, algunos inconvenientes y que puede ser necesario
acordar a los órganos directivos del partido el derecho de designar nuevos miembros.
Así ocurrió en Rusia. Durante el estado de sitio, el partido comunista evidentemente
no puede recurrir al referéndum democrático toda vez que se plantee un problema
grave (como pretendía un grupo de comunistas norteamericanos). Por el contrario,
debe dar a su núcleo dirigente la posibilidad y el derecho de decidir
rápidamente en el momento oportuno, en nombre de todos los miembros del
partido.
16. La reivindicación de una amplia
“autonomía” para los grupos locales del partido en este momento no puede sino
debilitar las filas del Partido comunista, disminuir su capacidad de acción y
favorecer el desarrollo de las tendencias anarquistas y pequeñoburguesas opuestas
a la centralización. Izquierda Revolucionaria.
17. En los países donde el poder se
halla todavía en manos de la burguesía o de la socialdemocracia
contrarrevolucionaria, los Partidos comunistas deben yuxtaponer sistemáticamente
la acción legal y la acción clandestina. Esta última siempre debe controlar efectivamente
a la primera. Los grupos parlamentarios comunistas, al igual que las fracciones
comunistas que operan en el seno de las diversas instituciones estatales tanto centrales
como locales, deben estar totalmente subordinados al Partido comunista, cualquiera
sea la situación, legal o no, del Partido. Los funcionarios que de una u otra manera
no se someten al Partido comunista, deben ser expulsados. La prensa legal
(diarios, ediciones diversas) debe depender en todo y para todo del conjunto
del Partido y de su comité central.
18. En toda acción organizativa del Partido y de
los comunistas, la piedra angular debe estar centrada en la organización de una
célula comunista en todos aquellos lugares donde haya algunos proletarios o
semiproletarios. En todo Soviet, en todo sindicato, en toda cooperativa, en
todo taller, en todo comité de inquilinos, en toda cooperativa, en todo taller,
en todo comité de inquilinos debe ser inmediatamente organizada una célula comunista.
La organización comunista es el único camino que permite a la vanguardia de la clase
obrera arrastrar tras suyo a la clase obrera. Todas las células comunistas que
actúan en las organizaciones políticamente neutrales están absolutamente
subordinadas al Partido en su conjunto, ya sea la acción del Partido legal o
ilegal. Las células comunistas deben estar organizadas en una estricta
dependencia recíproca, a establecer del modo más preciso.
19. El Partido comunista surge casi siempre en
los grandes centros, entre los trabajadores de la industria urbana. Para
asegurar a la clase obrera la victoria más fácil y más rápida, es indispensable
que el Partido comunista no sea exclusivamente un Partido urbano.
Debe extenderse también al campo, y con ese
objeto, dedicarse a realizar la propaganda y la organización de los jornaleros
agrícolas, de los campesinos pobres y medios. El Partido comunista debe
proseguir con especial cuidado la organización de células comunistas en las
aldeas.
La organización internacional del proletariado
sólo puede fortalecerse si esta forma de considerar el papel del Partido
comunista es admitida en todos los países donde viven y luchan comunistas. La
Internacional comunista invita a todos los sindicatos que aceptan los principios
de la III Internacional a romper con la Internacional Amarilla. La
Internacional organizará una sección internacional de los sindicatos rojos que
adhieren al comunismo. La Internacional comunista no rechazará la ayuda de toda
organización obrera políticamente neutral deseosa de combatir contra la
burguesía. Pero la Internacional comunista no dejará de probar a los,
proletarios del mundo: 1) que el Partido comunista es el arma principal, esencial,
de la emancipación del proletariado; ahora debemos contar en todos los países
ya no con grupos y tendencias sino con un Partido comunista; 2) que en cada
país sólo debe existir un solo y único Partido comunista; 3) que el Partido
comunista debe estar basado en el principio de la más estricta centralización y
debe instituir en su seno, en la época de la guerra civil, una disciplina
militar; 4) que en todos los lugares donde haya una docena de proletarios o de
semiproletarios, el Partido comunista debe tener su célula organizada; 5) que
en toda organización apolítica debe haber una célula comunista estrictamente subordinada
al Partido; 6) que a la vez defiende inquebrantablemente el programa y la táctica
revolucionaria del comunismo, el Partido debe mantener las relaciones más estrechas
con las organizaciones de las grandes masas obreras y debe cuidarse tanto del sectarismo
como de la falta de principios.
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