lunes, 21 de marzo de 2016

La Internacional Comunista y la lucha armada (III)

En el siguiente texto la Internacional Comunista vuelca las tesis de cuál es el papel que debe jugar el partido comunista en la revolución proletaria.


En este sentido, es una tesis de la Internacional Comunista que el proletariado deberá llegar a la insurrección armada contra la burguesía y su Estado para poder hacer la revolución. De ello se deduce la necesidad de conformar un partido centralizado de combate que busque organizar la insurrección y el armamento de los trabajadores.



RESOLUCIÓN SOBRE EL PAPEL DEL PARTIDO COMUNISTA EN LA REVOLUCIÓN PROLETARIA

El proletariado mundial se halla en vísperas de una lucha decisiva. La época en que vivimos es una época de acción directa contra la burguesía. La hora decisiva se acerca. Pronto, en todos los países donde existe un movimiento obrero consciente, la clase obrera tendrá que librar una serie de combates encarnizados, con las armas en las manos. En este momento más que nunca, la clase obrera tiene necesidad de una sólida organización. De ahora en adelante la clase obrera debe prepararse infatigablemente para esta lucha, sin perder un solo minuto.

Si en 1871, durante la Comuna de París, la clase obrera hubiese tenido un Partido comunista sólidamente organizado, aunque fuese poco numeroso, la primera insurrección del heroico proletariado francés habría sido mucho más fuerte y habría evitado muchos errores. Las batallas que el proletariado tendrá que librar ahora, en coyunturas históricas muy diferentes, tendrán resultados mucho más graves que en 1871.

El 2º Congreso mundial de la Internacional comunista señala a los obreros revolucionarios de todo el mundo la importancia de las siguientes consideraciones:

1. El partido comunista es una fracción de la clase obrera y desde luego es su fracción más avanzada, la más consciente y, por consiguiente, la más revolucionaria. Se crea mediante la selección espontánea de los trabajadores más conscientes, adictos y esclarecidos. El Partido comunista no tiene intereses diferentes de los de la clase obrera. El Partido comunista sólo difiere de la gran masa de trabajadores en lo que él considera la misión histórica del conjunto de la clase obrera y se esfuerza en todo momento en defender, no los intereses de algunos grupos o profesiones, sino los de toda la clase obrera. El Partido comunista constituye la fuerza organizadora y política, con ayuda de la cual la fracción más adelantada de la clase obrera dirige por el buen camino a las masas del proletariado y del semiproletariado.

2. Mientras el poder gubernamental no sea conquistado por el proletariado y en tanto este último no haya consolidado, de una vez por todas, su predominio y haya prevenido toda tentativa de restauración burguesa, el Partido comunista sólo englobará en sus filas organizadas a una minoría obrera. Hasta la toma del poder y en la época de transición, el Partido comunista puede, gracias a circunstancias favorables, ejercer una influencia ideológica y política incuestionable en todos los sectores proletarios y semiproletarios de la población, pero no puede reunirlos organizadamente en sus filas. Sólo cuando la dictadura proletaria prive a la burguesía de medios de acción tan poderosos como la prensa, la escuela, el parlamento, la Iglesia, la administración, etc., cuando la derrota definitiva del régimen burgués sea evidente para todos, entonces todos los obreros, o al menos la mayoría, comenzarán a entrar en las filas del Partido comunista.

3. Las nociones de partido y de clase deben ser distinguidas con el mayor cuidado. Los miembros de los sindicatos “cristianos” y liberales de Alemania, de Inglaterra y de otros países pertenecen indudablemente a la clase obrera. Los grupos obreros más o menos considerables que todavía se ubican en las filas de Scheidemann, Gompers y otros también pertenecen a ella. En esas condiciones históricas, es muy posible que surjan numerosas tendencias reaccionarias en el seno de la clase obrera. La tarea del comunismo no consiste en adaptarse a esos elementos atrasados de la clase obrera sino en elevar a toda la clase obrera al nivel de la vanguardia comunista. La confusión entre esas dos nociones de partido y de clase puede conducir a errores y malentendidos muy graves. Es evidente, por ejemplo, que los partidos obreros debían, pese a los prejuicios y al estado de ánimo de un sector de la clase obrera durante la guerra imperialista, rebelarse a cualquier precio contra esos prejuicios y ese estado de ánimo, en nombre de los intereses históricos del proletariado que colocaban a su partido en la obligación de declarar la guerra a la guerra. 1654641

Es así, por ejemplo, cómo a comienzos de la guerra imperialista de 1914, los partidos socialistas de todos los países, al apoyar a “sus” respectivas burguesías, no olvidaban de justificar su conducta invocando la voluntad de la clase obrera. Al hacerlo, olvidaban que, aun cuando hubiere sido así, la tarea del partido proletario consistía en reaccionar contra la mentalidad obrera general y defender a cualquier precio los intereses históricos del proletariado. Por eso a comienzos del siglo XX los mencheviques rusos (que en ese entonces se llamaban economistas) repudiaban la lucha abierta contra el zarismo porque, según decían, la clase obrera en su conjunto no se encontraba aún en condiciones de comprender la necesidad de la lucha política.

Por eso también los independientes de derecha en Alemania siempre justificaron sus medidas moderadas diciendo que ante todo era preciso comprender los deseos de las masas, y ellos mismos no comprendían que el partido está destinado a marchar a la cabeza de las masas y a mostrarles el camino.

4. La Internacional comunista está absolutamente convencida de que el fracaso de los antiguos partidos “socialdemócratas” de la II Internacional en ningún caso puede ser considerado como el fracaso de los partidos proletarios en general. La época de la lucha directa en vistas de la dictadura del proletariado exige un nuevo partido proletario mundial: el partido comunista.

5. La Internacional comunista repudia categóricamente la opinión según la cual el proletariado puede realizar su revolución sin tener un partido político. Toda lucha de clases es una lucha política. El objetivo de esta lucha, que tiende a transformarse inevitablemente en guerra civil, es la conquista del poder político. Por eso el poder político sólo puede ser conquistado, organizado y dirigido por un determinado partido político. Únicamente en el caso en que el proletariado esté guiado por un partido organizado y experimentado, que persiga fines claramente definidos y que posea un programa de acción susceptible de ser aplicado tanto en la política interna como en la política exterior, la conquista del poder político puede ser considerada no como un episodio sino como el punto de partida de un trabajo duradero de construcción comunista de la sociedad por el proletariado.

La misma lucha de clases exige también la centralización y la dirección única de las diversas formas del movimiento proletario (sindicatos, cooperativas, comités de fábricas, educación, elecciones, etc.). El centro organizador y dirigente sólo puede ser un partido político. Negarse a creerlo y a afirmarlo, negarse a someterse a ese principio equivale a repudiar el mando único de los contingentes del proletariado que actúan en puntos diferentes. La lucha de clase proletaria exige una agitación concentrada, que esclarezca las diversas etapas de la lucha desde un único punto de vista y atraiga en todo momento la atención del proletariado sobre las tareas que le interesan en su conjunto. Todo esto no puede ser realizado sin un aparato político centralizado, es decir fuera del marco de un partido político.

La propaganda de ciertos sindicalistas revolucionarios y de los adherentes al movimiento industrialista de todo el mundo (IWW) contra la necesidad de un partido político que se baste a sí mismo objetivamente sólo ayudó y ayuda a la burguesía y a los “social-demócratas” contrarrevolucionarios. En su propaganda contra un partido comunista al que querrían remplazar con sindicatos o con uniones obreras de formas poco definidas y demasiado vastas, los sindicalistas y los industrialistas tienen puntos de coincidencia con oportunistas reconocidos.

Luego de la derrota de la revolución de 1905, los mencheviques rusos difundieron durante algunos años la idea de un Congreso obrero (así lo denominaban ellos) que debía remplazar al partido revolucionario de la clase obrera. Los “laboristas amarillos” de toda clase en Inglaterra y EE.UU. quieren remplazar el partido político por informes uniones obreras, e inventan, al mismo tiempo, una táctica política absolutamente burguesa. Los sindicalistas revolucionarios e industrialistas quieren combatir la dictadura de la burguesía, pero no saben cómo hacerlo. No comprenden que una clase obrera sin partido político es un cuerpo sin cabeza. El sindicalismo revolucionario y el industrialismo significan un paso adelante sólo en relación a la vieja ideología inerte y contrarrevolucionaria de la II Internacional. En relación al marxismo revolucionario, es decir al comunismo, el sindicalismo y el industrialismo significan un paso hacia atrás. La declaración de los comunistas “de la izquierda alemana KAPD” (programa elaborado por su congreso constitutivo de abril último) afirmando que forman un partido, pero “no un partido en el sentido corriente del término” (keine partei im überlieferten Sinne) constituye una capitulación ante la opinión sindicalista e industrialista, y es un hecho reaccionario.

Pero no es mediante la huelga general, mediante la táctica de los brazos cruzados como la clase obrera puede lograr la victoria sobre la burguesía. El proletariado debe llegar a la insurrección armada. El que comprende esto debe también comprender que un partido político organizado es necesario y que no pueden existir difusas uniones obreras. Los sindicalistas revolucionarios hablan con frecuencia del gran papel que debe desempeñar una minoría revolucionaria resuelta.

Ahora bien, en realidad, esta minoría resuelta de la clase obrera que se demanda, esta minoría que es comunista y que tiene un programa, que quiere organizar la lucha de las masas, es el Partido comunista.

6. La tarea más importante de un partido realmente comunista consiste en permanecer siempre en contacto con las organizaciones proletarias más amplias. Para lograrlo, los comunistas pueden y deben participar en grupos que, sin ser grupos del partido, engloben a grandes masas proletarias. Tales son, por ejemplo, los que se conocen con el nombre de organizaciones de inválidos en diversos países, sociedades tales como “No toquen a Rusia” (Hands of Russia) en Inglaterra, las uniones proletarias de arrendatarios, etc. Tenemos aquí el ejemplo ruso de las conferencias de obreros y campesinos que se declaran “independientes” de los partidos (bezpartinii). Pronto serán organizadas asociaciones de este tipo en cada ciudad, en cada barrio obrero y también en el campo. En ellas toman parte amplias masas que incluyen también a trabajadores atrasados. Se introducirá en el orden del día las cuestiones más interesantes: aprovisionamiento, vivienda, problemas militares, enseñanza, tarea política del momento actual, etc.... Los comunistas deben tener influencia en esas asociaciones, con lo que se obtendrán resultados muy importantes para el partido.

Los comunistas consideran como su tarea principal un trabajo sistemático de educación y organización en el seno de esas organizaciones. Pero precisamente para que ese trabajo sea fecundo, para que los enemigos del proletariado revolucionario no puedan apoderarse de esas organizaciones, los trabajadores avanzados, los comunistas, deben tener su partido de acción organizada, que sepa defender al comunismo en todas las coyunturas y ante todas las eventualidades.

7. Los comunistas no deben apartarse nunca de las organizaciones obreras políticamente neutras, aun cuando posean un carácter evidentemente reaccionario (uniones amarillas, uniones cristianas, etc.). En el seno de esas organizaciones, el Partido comunista prosigue constantemente su propia obra, demostrando infatigablemente a los obreros que la neutralidad política es conscientemente cultivada entre ellos por la burguesía y por sus agentes a fin de desviar al proletariado de la lucha organizada por el socialismo.

8. La antigua subdivisión clásica del movimiento obrero en tres formas (partidos, sindicatos, cooperativas) ha cumplido su ciclo. La revolución proletaria en Rusia dio origen a la forma esencial de la dictadura del proletariado, los soviets. La nueva división que nosotros reivindicamos en todas partes es la siguiente: 1º el partido, 2º el soviet, 3º el sindicato.

Pero el trabajo en los soviets así como en los sindicatos de industria vueltos revolucionarios debe ser invariable y sistemáticamente dirigido por el partido del proletariado, es decir por el partido comunista. En cuanto que vanguardia organizada de la clase obrera, el partido comunista responde igualmente a las necesidades económicas, políticas y espirituales de toda la clase obrera. Debe ser el alma de los sindicatos y de los soviets así como de todas las otras formas de organización proletaria.

La aparición de los soviets, forma histórica principal de la dictadura del proletariado, de ningún modo disminuye el papel dirigente del partido comunista en la revolución proletaria. Cuando los comunistas alemanes de “izquierda” (véase su Manifiesto al proletariado alemán del 14 de abril de 1920 firmado por “el Partido obrero comunista alemán”) declaran que “el partido debe también adaptarse cada vez más a la idea sovietista y proletarizarse” (Kommunistische Arbeiterzeitung, nº 54) vemos en ella una expresión insinuante de la idea de que el partido comunista debe basarse en los soviets y que éstos pueden remplazarlo. Esta idea es profundamente errónea y reaccionaria.

La historia de la revolución rusa nos muestra en cierto momento a los soviets oponiéndose al partido proletario y sosteniendo a los agentes de la burguesía. Lo mismo pudo observarse en Alemania y también es posible en otros países.

Para que los soviets puedan realizar su misión histórica, la existencia de un partido comunista lo suficientemente fuerte como para no “adaptarse” a los soviets sino para ejercer sobre ellos una influencia decisiva, obligarlos a “no adaptarse” a la burguesía y a la socialdemocracia oficial, conducirlos por medio de esta fracción comunista, es, por el contrario, necesario.

9. El partido comunista no es solamente necesario a la clase obrera antes y durante la conquista del poder sino también después de ella. La historia del partido comunista ruso, que detenta desde hace tres años el poder, demuestra que el papel del partido comunista, lejos de disminuir a partir de la conquista del poder, aumenta considerablemente.

10. Cuando se produce la conquista del poder por el proletariado, el partido del proletariado sólo constituye una fracción de la clase de los trabajadores. Pero es la fracción que ha organizado la victoria. Durante veinte años, como ya lo hemos visto en Rusia, desde hace varios años, como lo hemos visto en Alemania, el partido comunista lucha no solamente contra la burguesía sino también contra aquellos socialistas que en realidad no hacen sino manifestar la influencia de las ideas burguesas sobre el proletariado. El Partido comunista ha asimilado a los militantes más estoicos, más esclarecidos, más progresistas de la clase obrera. Y la existencia de semejante organización proletaria permite superar todas las dificultades con que se enfrenta el partido comunista a partir del día siguiente de la victoria. La organización de un nuevo ejército rojo proletario, la abolición efectiva del mecanismo gubernamental burgués y la creación de los primeros lineamientos del aparato gubernamental proletario, la lucha contra las tendencias corporativistas de ciertos grupos obreros, la lucha contra el patriotismo regional y el espíritu localista, los esfuerzos tendientes a crear una nueva disciplina de trabajo son otros tantos dominios donde el Partido comunista, cuyos miembros atraen con su vivo ejemplo a las masas obreras, debe decir la palabra decisiva.

11. La necesidad de un partido político del proletariado sólo desaparecerá con las clases sociales. En la marcha del comunismo hacia la victoria definitiva, es posible que la relación específica existente entre las tres formas esenciales de la organización proletaria contemporánea (partidos, soviets, sindicatos de industria) sea modificada y que un tipo único, sintético, de organización obrera se cristalice poco a poco. Pero el partido comunista sólo se resolverá completamente en el seno de la clase obrera cuando el comunismo deje de ser el eje de la lucha social, cuando toda la clase obrera sea comunista.

12. El 2º Congreso de la Internacional comunista debe no solamente confirmar al partido en su misión histórica sino también indicar al proletariado internacional al menos los lineamientos esenciales del partido que nos es necesario.

13. La Internacional comunista considera que sobre todo en la época de la dictadura del proletariado el partido comunista debe estar basado en una inquebrantable centralización proletaria. Para dirigir eficazmente a la clase obrera en la guerra civil larga y tenaz que se avecina, el Partido comunista ruso, que durante tres años dirigió con éxito a la clase obrera a través de las peripecias de la guerra civil, ha demostrado que sin la mayor disciplina, sin una centralización efectiva, sin una confianza absoluta de los adherentes con respecto al núcleo dirigente del partido, la victoria de los trabajadores es imposible.

14. El partido comunista debe estar basado en una centralización democrática. La constitución mediante elecciones de los comités secundarios, la sumisión obligatoria de todos los comités al comité superior y la existencia de un centro provisto de plenos poderes cuya autoridad no puede, en el intervalo entre los Congresos del partido, ser cuestionada por nadie, esos son los principios esenciales de la centralización democrática.

15. Toda una serie de Partidos comunistas en Europa y en América son puestos por el estado de sitio fuera del marco de la legalidad. Es conveniente recordar que el principio electivo puede sufrir, en esas condiciones, algunos inconvenientes y que puede ser necesario acordar a los órganos directivos del partido el derecho de designar nuevos miembros. Así ocurrió en Rusia. Durante el estado de sitio, el partido comunista evidentemente no puede recurrir al referéndum democrático toda vez que se plantee un problema grave (como pretendía un grupo de comunistas norteamericanos). Por el contrario, debe dar a su núcleo dirigente la posibilidad y el derecho de decidir rápidamente en el momento oportuno, en nombre de todos los miembros del partido.

16. La reivindicación de una amplia “autonomía” para los grupos locales del partido en este momento no puede sino debilitar las filas del Partido comunista, disminuir su capacidad de acción y favorecer el desarrollo de las tendencias anarquistas y pequeñoburguesas opuestas a la centralización. Izquierda Revolucionaria.

17. En los países donde el poder se halla todavía en manos de la burguesía o de la socialdemocracia contrarrevolucionaria, los Partidos comunistas deben yuxtaponer sistemáticamente la acción legal y la acción clandestina. Esta última siempre debe controlar efectivamente a la primera. Los grupos parlamentarios comunistas, al igual que las fracciones comunistas que operan en el seno de las diversas instituciones estatales tanto centrales como locales, deben estar totalmente subordinados al Partido comunista, cualquiera sea la situación, legal o no, del Partido. Los funcionarios que de una u otra manera no se someten al Partido comunista, deben ser expulsados. La prensa legal (diarios, ediciones diversas) debe depender en todo y para todo del conjunto del Partido y de su comité central.

18. En toda acción organizativa del Partido y de los comunistas, la piedra angular debe estar centrada en la organización de una célula comunista en todos aquellos lugares donde haya algunos proletarios o semiproletarios. En todo Soviet, en todo sindicato, en toda cooperativa, en todo taller, en todo comité de inquilinos, en toda cooperativa, en todo taller, en todo comité de inquilinos debe ser inmediatamente organizada una célula comunista. La organización comunista es el único camino que permite a la vanguardia de la clase obrera arrastrar tras suyo a la clase obrera. Todas las células comunistas que actúan en las organizaciones políticamente neutrales están absolutamente subordinadas al Partido en su conjunto, ya sea la acción del Partido legal o ilegal. Las células comunistas deben estar organizadas en una estricta dependencia recíproca, a establecer del modo más preciso.

19. El Partido comunista surge casi siempre en los grandes centros, entre los trabajadores de la industria urbana. Para asegurar a la clase obrera la victoria más fácil y más rápida, es indispensable que el Partido comunista no sea exclusivamente un Partido urbano.

Debe extenderse también al campo, y con ese objeto, dedicarse a realizar la propaganda y la organización de los jornaleros agrícolas, de los campesinos pobres y medios. El Partido comunista debe proseguir con especial cuidado la organización de células comunistas en las
aldeas.

La organización internacional del proletariado sólo puede fortalecerse si esta forma de considerar el papel del Partido comunista es admitida en todos los países donde viven y luchan comunistas. La Internacional comunista invita a todos los sindicatos que aceptan los principios de la III Internacional a romper con la Internacional Amarilla. La Internacional organizará una sección internacional de los sindicatos rojos que adhieren al comunismo. La Internacional comunista no rechazará la ayuda de toda organización obrera políticamente neutral deseosa de combatir contra la burguesía. Pero la Internacional comunista no dejará de probar a los, proletarios del mundo: 1) que el Partido comunista es el arma principal, esencial, de la emancipación del proletariado; ahora debemos contar en todos los países ya no con grupos y tendencias sino con un Partido comunista; 2) que en cada país sólo debe existir un solo y único Partido comunista; 3) que el Partido comunista debe estar basado en el principio de la más estricta centralización y debe instituir en su seno, en la época de la guerra civil, una disciplina militar; 4) que en todos los lugares donde haya una docena de proletarios o de semiproletarios, el Partido comunista debe tener su célula organizada; 5) que en toda organización apolítica debe haber una célula comunista estrictamente subordinada al Partido; 6) que a la vez defiende inquebrantablemente el programa y la táctica revolucionaria del comunismo, el Partido debe mantener las relaciones más estrechas con las organizaciones de las grandes masas obreras y debe cuidarse tanto del sectarismo como de la falta de principios.


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