martes, 1 de enero de 2008

Ni una bengala ni el rock chabón


A tres años de Cromañón todavía algunos siguen hablando de tragedia.

Tragedia es que te caiga un rayo en el medio de la calle, un amor no correspondido, pero no lo que ocurrió en Cromañón.

Algunos familiares sostienen que Cromañón fue una masacre, es decir, un asesinato masivo perpetrado por Chabán con intención.

Ahí tengo algunas dudas porque, precisamente, una masacre implica la intención de asesinar a un grupo determinado y por alguna razón. Al menos esto pareciera estar ausente en el caso de Chabán.

Chabán no quiso asesinar a nadie, creo.

De hecho, en un momento previo al show pero casi antes de que empezara avisó que no prendieran bengalas porque podían provocar un incendio. El asunto es que Chabán permitió que el show se hiciera. Los dogmáticos del derecho penal burgués han creado una categoría llamada dolo eventual que supone a un agente que visualiza las consecuencias dañosas de acción o de su omisión y sin embargo sigue adelante y como consecuencia produce el daño (en este caso la muerte de 194 personas). La consecuencia jurídica es que la sanción es la misma que si hubiera actuado con una intención deliberada de provocar el daño.

O sea, resumiendo, desde el punto de vista del derecho penal burgués se puede sostener que Cromañón fue una masacre perpetrada por Chabán mediando dolo eventual.

Más difícil es imputarle esa categoría a Ibarra quien dudo que supiera que ese día se desarrollaba un recital, que se estaban usando bengalas y que el lugar era peligroso para ese uso. Sí sabía, estoy seguro, de que la mayoría de los boliches como Cromañón no estaban en condiciones de ser habilitados para funcionar. Se lo había advertido el Defensor del Pueblo en un informe de mediados de ese año. Pero para el caso la misma suerte debían correr Aníbal Fernández y Néstor Kirchner quienes tenían bajo su competencia a la Policía Federal y a los Bomberos (que recibieron coimas para facilitar las habilitaciones y los controles posteriores).

Una categoría más apropiada es la de crimen social utilizada por primera vez por Friedrich Engels en La situación de la clase obrera en Inglaterra: “Cuando un individuo hace a otro individuo un perjuicio tal que le causa la muerte, decimos que es un homicidio; si el autor obra premeditadamente, consideramos su acto como un crimen. Pero cuando la sociedad* pone a centenares de proletarios en una situación tal que son necesariamente expuestos a una muerte prematura y anormal, a una muerte tan violenta como la muerte por la espada o por la bala; cuando quita a millares de seres humanos los medios de existencia indispensables, imponiéndoles otras condiciones de vida, de modo que les resulta imposible subsistir; cuando ella los obliga por el brazo poderoso de la ley a permanecer en esa situación hasta que sobrevenga la muerte, que es la consecuencia inevitable de ello; cuando ella sabe, cuando ella sabe demasiado bien que esos millares de seres humanos serán víctimas de esas condiciones de existencia, y sin embargo permite que subsistan, entonces lo que se comete es un crimen, muy parecido al cometido por un individuo, salvo que en este caso es más disimulado, más pérfido, un crimen contra el cual nadie puede defenderse, que no parece un crimen porque no se ve al asesino, porque el asesino es todo el mundo y nadie a la vez, porque la muerte de la víctima parece natural, y que es pecar menos por comisión que por omisión. Pero no por ello es menos un crimen. Ahora pasaré a demostrar que la sociedad en Inglaterra comete cada día y a cada hora lo que los periódicos obreros ingleses tienen toda razón en llamar crimen social; que ella ha colocado a los trabajadores en una situación tal que no pueden conservar la salud ni vivir mucho tiempo; que ella mina poco a poco la existencia de esos obreros, y que los conduce así a la tumba antes de tiempo; demostraré, además, que la sociedad sabe hasta qué punto semejante situación daña la salud y la existencia de los trabajadores, y sin embargo no hace nada para mejorarla: En cuanto al hecho de que ella conoce las consecuencias de sus instituciones y que ella sabe que sus actuaciones no constituyen por tanto un simple homicidio, sino un asesinato, puedo demostrarlo citando documentos oficiales, informes parlamentarios o administrativos que establecen la materialidad del crimen (NOTA: * Cuando hablo de la sociedad, aquí y en otras partes, como colectividad responsable que tiene sus obligaciones y derechos, huelga decir que me refiero al poder de la sociedad, es decir, de la clase que posee actualmente el poder político y social, y por tanto es responsable también de la situación de aquellos que no participan en el poder. Esa clase dominante es, tanto en Inglaterra como en los demás países civilizados, la burguesía)."



La Organización Cultural Razón y Revolución* viene sosteniendo desde que ocurrió el hecho que Cromañón fue un crimen social y, más allá del debate que protagonizan con algunos familiares, también han participado en las marchas acompañando a las víctimas y exigiendo justicia.

Chabán en principio no quiso asesinar a nadie. El cierre con candado de las salidas de emergencia para que no entren colados, la utilización de una mediasombra inflamable más barata que una inífuga, la sobreventa de entradas, son todas cosas que hizo Chabán para valorizar el capital que gerenciaba.

Aparentemente no es propietario de Cromañón. Las leyes burguesas de Argentina permiten la existencia de Sociedades constituidas en el extranjero de quienes se desconoce al menos por ahora quienes son sus directores.

Además de reducir costos a costa de la vida de 194 personas y de la salud de otras tantas, tuvo la oportunidad de dictar sus propias normas de habilitación. Para la burguesía esa es la función que cumplen las coimas: crear una ley particular en su beneficio.

Eso es lo que hizo Chabán pero eso es lo que hacen diariamente los integrantes de la burguesía en todas partes del mundo.

Aun cuando no consideremos las coimas, actualmente en Argentina, sobre más de seis millones de trabajadores registrados hay más de seiscientos mil accidentes de trabajo al año que en promedio incapacitan casi un mes a los trabajadores. En una causa penal se considerarían lesiones graves. Se sabe, los empresarios ahorran en todo lo que pueden para maximizar ganancias que es lo que les permita valorizar sus capitales y seguir existiendo como capitalistas. Ahorran a costa de los trabajadores y, con el auxilio de una legislación que limita las indemnizaciones laborales, la extensión de la responsabilidad civil y la legitimación pasiva de las aseguradoras de riesgo del trabajo, pueden hacer casi cualquier cosa que se propongan.



Resulta clarísimo que esas leyes no pueden ser dictadas por un capitalista privado. Fueron dictadas por políticos burgueses en defensa de sus intereses, en un momento histórico de absoluta derrota de la clase obrera, de contrarrevolución.

Chabán representa a esa clase de unos pocos, la burguesía, que se enriquece a costa de la miseria de millones de trabajadores. En su accionar se refleja toda la clase.

Ibarra y Kirchner son el personal político que representa los intereses de esa clase y es en ese carácter que son responsables del crimen.

Pero, además de esos tres responsables principales, la responsabilidad recae también sobre el sistema o, mejor dicho, sobre las relaciones sociales capitalistas que necesitan de la muerte de miles para perpetuarse. Esto no significa diluir responsabilidades individuales. Al contrario, sirve para demostrar que no alcanza con culpabilizar a uno, dos, tres o más individuos, porque el hecho no se agota en las individualidades. Esto habría ocurrido con otro dueño, con otro intendente y con otro presidente.

Ni la bengala, ni el rock chabón, ni la corrupción. Fue el capitalismo el que asesinó a esas personas y se sabe, un sistema que no puede funcionar sin propagar la muerte por todo el mundo, que no puede asegurar la subsistencia de toda la población mundial, que genera constantemente masas de millones de pobres, no puede ni debe durar, debe ser reemplazado.
* Los términos del debate aludido se pueden consultar en Razón y Revolución