lunes, 24 de diciembre de 2007

A este tipo hay que hacerle un monumento


No me refiero al Coronel Ramón Lorenzo Falcón, por supuesto. Pero es imposible referirme a ese tipo sin hablar un poco de este personaje.

Ramón Falcón, el Coronel, participó en la Conquista del Desierto y, por los servicios prestados, el personal político de la burguesía argentina lo designó como Jefe de Policía de la Capital Federal.

Tiene un currículum impresionante este señor. Sus preferencias pasaban por asesinar anarquistas con los sables y con los fusiles. Pero también solía usar otros medios no letales de represión que demostraban cuan hijo de puta podía ser. Como aquella vez que durante la huelga de inquilinos de 1907 desalojó a los protestones con chorros de agua (aunque no solo con eso).

Una de sus últimas intervenciones fue durante el acto que se hizo el 1º de mayo de 1909 en la Plaza Lorea. Ese día los obreros de Buenos Aires conmemoraban el día del trabajador en honor a los Mártires de Chicago. Falcón estaba a cargo de vigilar a los manifestantes y no pudo evitar contestar los insultos con balas de Máuser. El resultado fueron 11 muertos y 80 heridos, muchos de ellos niños.

El 4 de mayo se concentraron alrededor de 60.000 personas para transportar los féretros de los trabajadores asesinados hacia el cementerio de Chacarita. La policía de Falcón les arrebató los féretros y dispersó la multitud. Unos 4.000 militantes lograron sin embargo llegar al cementerio para luego ser baleados a la salida por policías de la 21.

Mientras eso sucedía el Coronel Falcón era felicitado en la Casa Rosada, por el presidente Figueroa Alcorta y por los dirigentes de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, por su actuación el 1º de mayo.

En ese momento Falcón no sabía que ese 1º de mayo entre los manifestantes había un obrero metalúrgico, judío, de origen ucraniano de 17 años de edad.
Me refiero al homenajeado: Simón Radowitzky.

Simón había participado en la Revolución Rusa de 1905 y se había venido a la Argentina escapando de las persecuciones zaristas en 1908. Apenas llegó se puso en contacto con círculos anarquistas.

El 1º de mayo Simón estuvo ahí y vio todo. Le recordó cómo los Cosacos embestían a los sablazos a los obreros rusos y, como no podía ser de otra manera, concluyó que lo mejor que se podía hacer era ajusticiar a Falcón.

Lo hizo el 14 de noviembre de 1909 mientras este iba en su coche por la avenida Quintana. Le tiró una bomba entre las piernas que prácticamente lo descuartizó y el Coronel murió desangrado en el Hospital.

Simón se salvó de la condena a muerte porque era menor. Estuvo un breve tiempo en la cárcel de la avenida Las Heras de la que no se pudo escapar por un túnel previamente fabricado porque justo ese día lo llamó el jefe de la prisión para regalarle ... una biblia.

Su estado de salud no era el mejor ya que luego de ajusticiar a Falcón había intentado suicidarse disparándose en el pecho pero falló y le quedó un pulmón herido. Como su celda no presentaba las mejores condiciones sanitarias se ofreció a arreglarla, lo que al fin no hizo porque para esa fecha se declaró una huelga de albañiles a la que adhirió.

A raíz de esto fue enviado al penal de Ushuaia donde cada 14 noviembre se lo confinaba 20 días a pan y agua para que meditara sobre su acción.

La cuestión es que Simón al final fue indultado por Irigoyen en 1930 y expulsado del país. Cayó en Montevideo donde terminó preso. Por fin, en 1936 lo ponen en libertad y se va a España a combatir en la guerra civil española en el Frente de Aragón dirigido por Buenaventura Durruti.

Muere en 1956 en México trabajando en una fábrica de juguetes.

Era imposible escribir algo sobre Simón sin mencionar a Falcón, excúsenme por eso.

Simón fue uno de los tantos millones de combatientes del proletariado mundial que luchó toda su vida por un mundo mucho mejor que este. Soy comunista, tengo muchas diferencias con los anarquistas, pero Simón fue ante todo uno de los tantos compañeros, un camarada. Dudo que tenga la dignidad suficiente para siquiera admirarlo a la distancia.

Por lo pronto, no me queda más que repetir que a ese tipo, a Simón, hay que hacerle un monumento.