domingo, 29 de junio de 2014

Lenin y la lucha armada (VII)

Este envío es un texto corto de Lenin, en el que levanta una nota que relata el ingreso de un destacamento de revolucionarios en una prisión para rescatar a dos dirigentes condenados a muerte. A partir de este hecho, que considera parte del progreso del armamento de las masas, llama a fabricar armas y a formar otros destacamentos, del futuro ejército revolucionario, que habrá de derrocar a la autocracia zarista. 

Imagen del Cordobazo, inicio del proceso revolucionario en Argentina en 1969. Momento en el cual empezó a estar planteada en toda su actualidad el armamento del proletariado.

De la defensa al ataque.
El corresponsal especial del serio periódico conservador Le Temps telegrafiaba a este periódico desde Petersburgo el 21 (8) de setiembre.
Anteanoche, un grupo de alrededor de 70 hombres atacó la prisión central de Riga, cortó los hilos telefónicos y con ayuda de escaleras de mano penetró en el patio de la cárcel, donde tras enconada refriega resultaron muertos dos carceleros y tres gravemente heridos. Los manifestantes libertaron entonces a dos presos políticos que estaban sometidos a consejo de guerra y  esperaban la pena de muerte. Durante la persecución de los manifestantes, que consiguieron desaparecer, a excepción de dos que han sido detenidos, fue muerto un agente y heridos varios policías.
¡Así, pues, las cosas van, a pesar de todo, adelante! El armamento de las masas, a pesar de las increíbles e indescriptibles dificultades, hace progresos. El terror individual, este engendro de la debilidad de los intelectuales, queda en la región del pasado. En lugar de gastar decenas de millares de rublos y una masa de fuerzas revolucionarias para dar muerte a cualquier Sergio* - que revolucionó a Moscú casi tan bien como algunos revolucionarios-, para matar "en nombre del pueblo", en lugar de esto comienzan las acciones militares juntamente con el pueblo. He aquí lo que resulta cuando los pioneros de la lucha armada se funden con la masa no de palabra, sino con los hechos, se colocan al frente de los grupos de combate y de los destacamentos del proletariado, educan en el fuego de la guerra civil a decenas de jefes populares, que mañana, en el día de la insurrección obrera, sabrán ayudar con su experiencia y con su valor heroico a millares y decenas de millares de obreros.
¡Salud a los héroes del destacamento revolucionario de combate de Riga! Que su éxito sirva de estimulante y de ejemplo para los obreros socialdemócratas de toda Rusia. ¡Vivan los iniciadores del ejército popular revolucionario!
Considerad el éxito con que incluso desde el punto de vista puramente militar ha sido coronada la empresa llevada a cabo por los combatientes de Riga. Han sido muerto tres y heridos, probablemente, cinco a diez enemigos. Nuestra pérdidas: sólo dos, probablemente heridos y por lo mismo, hechos prisioneros por el enemigo. Trofeos nuestros: dos jefes revolucionarios libertados del cautiverio. ¡¡ Esto sí que es una brillante victoria!! Es una verdadera victoria después de una batalla librada contra un enemigo armado hasta los dientes. Esto no es ya un complot contra un personaje cualquiera odiado, no es un acto de venganza, no es una salida provocada por la desesperación, no es un simple acto de "atemorizamiento", no: esto es el comienzo, bien meditado y preparado, calculado desde el punto de vista de la correlación de fuerzas, es el comienzo de las acciones de los destacamentos de los destacamentos del ejército revolucionario. El número  de combatientes de estos destacamentos, de 25 a 75 hombres, puede ser aumentado en varias decenas en cada ciudad grande y a menudo en los suburbios de una gran ciudad. Los obreros acudirán a centenares a estos destacamentos; lo único que hace falta es pasar inmediatamente a propagar en vasta escala esta idea, pasar a formar estos destacamentos, a dotarlos de toda clase de armas, desde cuchillos y revólveres hasta bombas, pasar a instruir y educar militarmente a estos destacamentos.
Afortunadamente, han pasado los tiempos en que por falta de un pueblo revolucionario "hacían" la revolución terroristas revolucionarios aislados. La bomba ha dejado de ser el arma del "petardista" individual y ha pasado a ser el elemento necesario del armamento del pueblo. Con los cambios introducidos en la técnica militar, cambian y deben cambiar los métodos y procedimientos de la lucha de calles. Todos nosotros estudiamos ahora (y hacemos bien al estudiar esto) la construcción de barricadas y el arte de defenderlas. Pero por conocer este viejo y útil arte no hay que olvidar los nuevos pasos dados en el terreno de la técnica militar. Los progresos hechos en el empleo de los explosivos han introducido una serie de innovaciones en la artillería.
Los japoneses han resultado ser más fuertes que los rusos en parte también porque han sabido utilizar mucho mejor los explosivos. El vasto empleo de los más fuertes explosivos es una de las particularidades muy características de la última guerra. Y estos maestros del arte militar reconocidos ahora en todo el mundo, los japoneses, han pasado también al empleo de la bomba de mano, que han utilizado a las mil maravillas contra Port Arthur ¡Aprendamos de los japoneses! Nuestra moral no ha de decaer por los duros reveses que acompañen a los intentos de conseguir aprovisionarnos de armas en gran escala. No habrá ningún revés capaz de quebrantar la energía de los hombres que comprenden y ven en la práctica, su estrecha ligazón con la clase revolucionaria, que tienen conciencia del hecho de que ahora se ha alzado realmente todo el pueblo tras sus objetivos inmediatos de lucha. En todas partes es posible preparar bombas. Se fabrican actualmente en Rusia en proporciones mucho más amplias de lo que cada uno de nosotros conoce (y cada miembro de la organización socialdemócrata, probablemente, conoce más de un caso de organización de talleres). Se fabrican en proporciones incomparablemente más vastas de lo que la policía sabe (y ella sabe, probablemente, más que los revolucionarios de las diferentes organizaciones aisladas). No habrá fuerza que pueda enfrentarse a los destacamentos del ejército revolucionario que estén provistos de bombas, que en una buena noche realicen de golpe unos cuantos ataques como el de Riga, tras los cuales -y esta última condición es la más importante- se alcen centenares de miles de obreros que no han olvidado la jornada "pacífica" del 9 de enero y que anhelan ardientemente un 9 de enero en armas.
Hacia esto van claramente las cosas en Rusia. Reflexionad sobre estas informaciones de los periódicos legales acerca de las bombas encontradas en los cestos de pacíficos pasajeros de barcos. Penetrad en la significación de estas noticias que dan cuenta de centenares de ataques contra policías y militares, de decenas de muertos en el acto, de decenas de heridos graves durante los últimos dos meses. Incluso los corresponsales del traidor periódico burgués Osvobozhdenie, que condenan la "insensata" y "criminal" propaganda de la insurrección armada, reconocen que hasta ahora nunca habían estado tan cerca los acontecimientos trágicos.
¡A la obra, pues, camaradas! Que cada uno esté en su puesto. Que cada círculo obrero comprenda que si no es hoy, mañana los acontecimientos pueden exigir de él una participación dirigente en el combate último y decisivo.
Proletari, número 18, 26 (13) de setiembre de 1905.

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