En 2017 se cumplen varios aniversarios significativos para
la tradición del marxismo revolucionario.
Por esa atracción que ejercen los
números redondos podemos ver que en 2017 se cumplen 150 años de la primera
edición de El Capital de Karl Marx, 100 años de la Revolución Rusa, 80 años del
fallecimiento de Antonio Gramsci y 50 años del asesinato del Che Guevara.
Son buenos tiempos para ir subiendo materiales relativos a
esos hechos que son tan importantes para los marxistas.
Lukács escribió un muy buen texto sobre los enormes aportes
de Lenin.
Uno de dichos aportes, aunque no el único, es el que Lukács
denomina “la actualidad de la revolución”:
"En los problemas de la
evolución de la Rusia moderna -desde los problemas del surgimiento del
capitalismo en el marco de un absolutismo semifeudal, hasta los de la
realización del socialismo en un país rural atrasado- ha vislumbrado Lenin en
todo momento los problemas de la época entera: la entrada en la última fase del
capitalismo y las posibilidades de orientar la lucha decisiva, convertida ya en
inevitable entre burguesía y proletariado a favor de éste, para la salvación de
la humanidad.
Lenin jamás generalizó
-de igual modo a como tampoco lo hizo Marx experiencias locales privativas de
Rusia, limitadas en el tiempo o en el espacio. Con la mirada del genio supo
percibir, por el contrario, en el lugar y en el momento de sus primeros
efectos, el problema fundamental de nuestra época: la inminencia de la
revolución. Y todos los fenómenos, tanto rusos como internacionales, los
comprendió e hizo inteligibles a partir de esta perspectiva, la perspectiva de
la actualidad de la revolución.
La actualidad de la
revolución: he ahí el pensamiento fundamental de Lenin y el punto, al mismo
tiempo, que de manera decisiva le vincula a Marx. Porque el materialismo
histórico, en tanto que expresión conceptual de la lucha del proletariado por
su liberación, no podía ser captado y formulado teóricamente sino en el momento
histórico en que por su actualidad práctica había accedido al primer plano de
la historia. En un momento en el que, por citar las palabras mismas de Marx, en
la miseria del proletariado no se muestra únicamente la miseria en cuanto a
tal, sino su aspecto revolucionario 'llamado a derrocar la vieja
sociedad'.
En el materialismo
histórico figura, pues, como condición previa -ya en la teoría- la actualidad
histórico-universal de la revolución proletaria. En este sentido, como
fundamento objetivo de toda la época y como clave para su entendimiento,
constituye el núcleo de la doctrina marxista. Sin embargo, a pesar de la
restricción, impuesta por el tajante repudio de todas las ilusiones no fundadas
y la condenación severa de todas las tentativas de putsch, la interpretación
oportunista se aferra, atendiendo especialmente a los detalles, a los llamados
errores de las previsiones de Marx, con el fin de extirpar de manera total y
radical la revolución, por medio de este rodeo, del edificio general del
marxismo.
Lenin ha restaurado en
este punto la pureza de la teoría marxista. Y la ha captado, precisamente en lo
que a esto concierne, de manera más clara y concreta. No es que haya intentado
corregir de un modo u otro a Marx. Se ha limitado a introducir en la teoría -a
raíz de la muerte de Marx- la marcha viva del proceso histórico. Lo cual
significa que la actualidad de la revolución proletaria no es ya únicamente un
horizonte histórico-universal tendido por encima de la clase obrera que pugna
por liberarse, sino que la revolución se ha convertido en el problema crucial
del movimiento obrero.
Por un lado, ni
Marx ni Lenin se plantearon nunca la actualidad de la revolución proletaria y
sus objetivos finales como si su realización fuera posible en cualquier forma y
en cualquier momento. Por otro, la actualidad de la revolución llegó a
convertirse para ambos en el seguro criterio de acuerdo con el cual tomar las
decisiones pertinentes en todos los problemas cotidianos.
La actualidad de la
revolución determina el tono fundamental de toda una época. Tan sólo la
relación de las acciones aisladas con este punto central, que únicamente puede
ser encontrado mediante el análisis exacto del conjunto histórico-social, hace
que dichas acciones aisladas sean revolucionarias o contrarrevolucionarias.
Como actualidad de la revolución hay, pues, que entender: el estudio de todos y
cada uno de los problemas particulares del momento en su concreta relación con
la totalidad histórico-social; su consideración como momentos de la liberación
del proletariado.
El enriquecimiento
que, en este sentido, el marxismo debe a Lenin, consiste simplemente
-simplemente!- en la vinculación íntima, evidente y cargada de consecuencias de
las acciones individuales al destino global, al destino revolucionario de toda
la clase obrera. Significa simplemente que todo problema actual -por de pronto
ya como tal problema actual- se ha convertido, a la vez, en un problema fundamental
de la revolución. Con el desarrollo del capitalismo la revolución proletaria se
ha convertido en el problema del día."
El 9 (22) de enero de 1917, en una reunión de la juventud obrera suiza realizada en la Casa del Pueblo de Zurich, Lenin leyó un informe sobre la
revolución rusa de 1905. En dicho informe Lenin termina diciendo (¡un mes antes de la
revolución rusa de febrero de 1917!): “… Nosotros,
los de la vieja generación, quizás no lleguemos a ver las batallas decisivas de
esa revolución futura …”.
Se comprende entonces qué significa la actualidad de la
revolución. No significa que los revolucionarios deban anunciar la revolución
como realizable todos los días aún cuando no estén dadas las condiciones para
ello. Significa encarar el período histórico con la conciencia de que el
capitalismo ha llegado a un desarrollo tal que la revolución no sólo es posible
sino que es históricamente necesaria y que la actividad de los revolucionarios
debe guiarse por este tono fundamental de la época.
Lenin no estaba seguro que participaría de las batallas de
la revolución proletaria pero, cuando estalló la revolución rusa de febrero de 1917,
fue el primero en saber reorientarse ante la novedad y modificó las líneas
de acción que habían guiado hasta el momento al partido bolchevique. Se distingue
así de los revolucionarios que ven crisis revolucionarias todos los días y llevan
a la desmoralización a sus seguidores cada vez que sus profecías no se ven
confirmadas. Se atuvo a las condiciones concretas en que le tocó actuar en cada momento histórico, sin llamar a la insurrección a tontas y locas, pero teniendo en cuenta siempre la actualidad de la revolución.