lunes, 22 de noviembre de 2010

Sobre el nacionalismo burgués y los frentes populares

¿Qué clase de recurso político es el Frente Popular? (fragmento)

(Respuesta de Política Obrera al PST, Buenos Aires, septiembre de 1974)

El ingreso a una coalición política sólo es posible como partido independiente que participa en ese frente. Esto significa suscribir el programa de la coalición, y es un asunto de otro orden si se asumen o no las responsabilidades directamente ministeriales, o sólo parlamentarias, o ni eso. Lo que obligatoriamente se asume es la responsabilidad política del frente. Para nosotros, no existe diferencia sustancial entre ingresar a una coalición política de gobierno e ingresar en el mismo gobierno.

El POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista), por ejemplo, en 1936 entró en el bloque del Frente Popular y, sin embargo no entró al gobierno del Frente Popular ¿Dejaba por eso de ser frentepopulista, es decir, sostenedor del Estado burgués?

Aquí hay una diferenciación metodológica y de principios realmente fundamental. Si hacemos “entrismo” en el Partido Socialista chileno, y éste ingresa en un Frente Popular, esto lo hace contra nosotros, contra nuestras posiciones, contra nuestras críticas, sin nuestra responsabilidad. Si ingresamos en forma independiente a una coalición, lo hacemos por nuestra voluntad, asumiendo la totalidad de las responsabilidades políticas. Se trata de dos trabajos en direcciones diametralmente opuestas: el primero, por la ruptura con la burguesía, por la independencia obrera; el segundo, por la coalición con la burguesía, haciendo quizás críticas exteriores a puntos aislados del programa, o con un carácter meramente propagandístico.

(…) no es la crítica lo que define la posición ‘concreta’ de independencia obrera, sino el ingreso al bloque, como manifestación fundamental de sometimiento práctico a la burguesía. Ustedes, al igual que el POUM, colocan en el mismo plano el “entrismo” en el partido laborista o en el PS con el ingreso al Frente Popular en el que el PS está. Y esto elimina toda confusión respecto a lo que ustedes quieren decir con entrar en la UP: no quieren decir (y si fuera así estaría mal dicho) ingresar en alguno de los partidos obreros de la UP, para trabajar por su ruptura, sino ingresar en forma independiente en la coalición, asumiendo la responsabilidad política.

(…)

No es por azar que nos hayamos enfrascado en este asunto de los movimientos nacionalistas, pues es un aspecto cardinal de la experiencia política de los trabajadores latinoamericanos y, por lo tanto, en la política de los trotskistas de esta parte del mundo.

(…) La característica común a los movimientos nacionalistas burgueses, cuya diversidad es notable, es su aspiración a realizar la unidad y autonomía nacionales de las colonias y las semicolonias. En los países que ya han completado estas tareas, y que han devenido imperialistas, los movimientos nacionalistas tienen un carácter reaccionario, pues aspiran a resolver mediante la opresión de otras naciones su propio agotamiento histórico. En los países atrasados, los movimientos nacionalistas tienen un carácter históricamente (ojo, históricamente) progresivo, pues su “reivindicación de una autonomía nacional y económica … es la expresión de la necesidad de desarrollo burgués experimentado por estos países” (IVº Congreso de la Internacional Comunista).

De la progresividad de las tareas de los movimientos nacionales (por eso, decimos histórica), no se desprende automáticamente que su política sea consecuente o revolucionaria. La realización cabal de esas tareas es imposible sin arrastrar a fondo a todas las masas al combate. Pero lo portavoces burgueses o pequeño – burgueses de estos movimientos, se cuidan mucho –en escala diversa- de que la movilización de los trabajadores no ponga en peligro su propia dominación clasista nativa. Por otro lado, la aspiración de las direcciones burguesas a la autonomía nacional es relativa, ya que está condicionada a sus lazos y acuerdos con la burguesía imperialista opresora. En determinadas circunstancias (hostilidad extrema del imperialismo, débil desarrollo independiente del proletariado), los movimientos nacionalistas pueden llegar a librar una guerra nacional contra el imperialismo, para pasar, en otra etapa, a la represión más feroz del movimiento obrero colonial, en alianza con el capital financiero.

(…)

Ni apoyarlo incondicionalmente, ni colocarlo en el mismo plano que al imperialismo. Los comunistas – trotskistas debemos considerar a los movimientos nacionalistas burgueses en la medida en que movilizan y organizan a las masas, trabajando por la más absoluta independencia del movimiento específicamente proletario, con el objetivo de que pueda disputarle la dirección de las masas no obreras a la burguesía nacional. La táctica del frente único imperialista tiene por objeto “contribuir para desenmascarar las vacilaciones y las incertezas de los diversos grupos del nacionalismo burgués … y al esclarecimiento de la conciencia de clase de los trabajadores (IVº Congreso).

Los movimientos nacionalistas burgueses tratan de organizar al proletariado en su propio beneficio y apartándolo de toda estructuración independiente. Las organizaciones políticas de la clase obrera surgen, en los países atrasados, aprovechando el cuadro de movilización del nacionalismo burgués, pero en contra de los propósitos de éste. En determinado punto de este antagonismo, el nacionalismo burgués está obligado a aplastar al movimiento proletario comunista que va camino a convertirse en el caudillo del conjunto de las masas. Esto lo hace directamente … o indirectamente, dando paso a golpes militares de fracciones más o menos vinculadas al nacionalismo (Perón, en 1955).

El nacionalismo –por la estructura contradictoria de la nación oprimida, por el agotamiento del período histórico de formación democrática de las naciones- está obligado a jugar tanto la partida de impulsor del movimiento de las masas como la de su verdugo; está obligado tanto a enfrentar al imperialismo como a ser su instrumento para derrotar al proletariado que se moviliza en forma independiente. Definir al nacionalismo en general como ‘progresivo’ es ocultar su giro contrarrevolucionario frente al proletariado que se emancipa políticamente.

Creemos que hemos llegado al punto en que podemos apreciar claramente la diferencia de todo orden –histórica y política- entre un movimiento nacionalista burgués y un frente popular.

Los frentes populares en los países atrasados surgen justamente cuando ese movimiento de masas escapa al control de la burguesía nacional, y cuando ese movimiento no puede ser aplastado con métodos de guerra civil o cuartelazo. Aparece aquí en toda su importancia la crisis histórica de la dirección del proletariado y el carácter contrarrevolucionario del stalinismo y la socialdemocracia. El proletariado que ha superado por entero su confianza en los partidos burgueses nacionalistas, se encolumna, junto a otros sectores de masas, detrás de los partidos específicamente obreros, desde un punto de vista histórico, deberían asumir la responsabilidad de la lucha por la revolución proletaria. Estos aparatos obreros contrarrevolucionarios, en cambio, se alinean junto a los partidos en crisis de la burguesía para contener a los explotados dentro del cuadro burgués. El bloque político así formado cumple una función alternativa a la del golpe reaccionario: es el último recurso de los explotadores, incluido el imperialismo, contra la revolución proletaria. Los movimientos nacionalistas y los frentes populares tienen una función política similar: cuando se trata de derrotar el desarrollo de la revolución proletaria, la burguesía utiliza a uno y otro. Cuando el régimen burgués no está en peligro, no hay en general frentes populares, o tienen un carácter sumamente episódico; son los momentos en que los movimientos nacionalistas cumplen ciertas tareas progresivas de organización de las masas, con vista a mejores negociaciones con el imperialismo. (Por ejemplo, la legalización de los grandes sindicatos industriales por Perón). El frente popular es siempre un recurso político, no una necesidad histórica; su función, por lo tanto, es contrarrevolucionaria, no progresiva. Los movimientos nacionalistas, nacen sí por una necesidad histórica.

Es un error decir que los movimientos nacionalistas burgueses sean organismos de colaboración de clases. Son sí movimientos policlasistas, porque agrupan diversas clases de la población; pero no de colaboración de clases, porque para ello el proletariado debería tener una organización política propia, fruto de su propio movimiento histórico como clase, dispuesta a colaborar o no. En los movimientos nacionalistas, los sectores obreros no tienen fisonomía política propia respecto de la burguesía, aunque socialmente unos son explotados y los otros explotadores. La burocracia sindical peronista tiene un origen obrero, pero no representa, ni histórica ni políticamente, al proletariado. Los obreros son arrastrados al movimiento nacionalista cuando su desarrollo como clase es insuficiente (y en esta circunstancia ese arrastre es progresivo), y no por una política colaboracionista de una dirección política obrera, que aún no tienen. El frente popular es completamente distinto: aquí, las direcciones traidoras siguen una política de colaboracionismo clasista, concientemente. El movimiento nacionalista burgués se expresa como organización única, el frente popular como bloque de fuerzas. La colaboración de clases es siempre un freno histórico; la labor de organización de masas del nacionalismo es, por contrario, un impulso. El nacionalismo surge cuando aún el desarrollo del proletariado y de sus organizaciones es todavía muy frágil, por eso se lanza a organizarlo como factor de masas de la política burguesa. El frente popular, al revés, aparece cuando el proletariado alcanza un alto grado de politización y organización, por eso su único objetivo burgués es desarmarlo y desorganizarlo. El nacionalismo burgués recurre a los partidos obreros cuando, obligado a derrotar a las masas, no puede vencerlas por medio de recursos tradicionales tales como golpes preventivos. En su fase de descomposición y crisis, el nacionalismo se concilia, con infinitos rodeos, con una táctica de frente popular para ejecutar la contrarrevolución por otra vía.
Es un error decir que los frentes populares en los países atrasados sólo son posibles como coaliciones de los partidos obreros con aquellos que representan directamente al imperialismo; esto en todo caso es una variante del derechismo extremo del frente popular.

(…)

El fenómeno de la Unión Democrática demuestra que los frentes populares, cualquiera que sea su fisonomía nacional (aspecto decisivo para la táctica), tiene su base en la colaboración clasista internacionales entre el imperialismo y la burocracia. El imperialismo yanqui, deseoso de penetrar en la Argentina, viejo coto cerrado de los ingleses pacta con la burocracia una distribución de “zonas de influencia”, que en Argentina alinea al PC con el frente pro-yanqui. Los frentes populares tienen este sello internacional: la coexistencia pacífica, a cuyo servicio actúa el stalinismo. Pero no sólo eso, lo fundamenta es lo que sigue: solamente aliándose con la Unión Democrática, el stalinismo podía completar la quiebra necesaria dentro de las filas del activismo obrero de la época, como para asegurar 30 años de capitalismo al país.

(…)

No creemos que el peronismo haya tenido en 1946 un carácter del frente popular, aunque haya sido una coalición política entre el partido laborista y la UCR de Quijano. La razón es ésta: el laborismo no era un partido obrero sino un aparato sindicalista de la fracción militar peronista. El laborismo no fue un producto del movimiento autónomo del proletariado sino una creación circunstancial de la logia militar. ¿Cómo se explica sino que se fundare por recomendación de Perón y que se disipara sin pena en pocos meses? Perón concibió al laborismo como base para un partido sindicalista corporatista, que luego transformó en el peronismo. El peronismo fue, no un frente antiimperialista (el proletariado no tenía su propia representación independiente en un acuerdo circunscripto y de carácter práctico) sino un movimiento nacionalista burgués.

Expresó la necesidad de desarrollo burgués del país, pero ello se combinó con la traición histórica del stalinismo, recurso que facilitó su amplitud. Decir que el peronismo fue un frente antiimperialista y que el laborismo fue un partido obrero significa reconocer en el peronismo la existencia de un ala proletaria políticamente autónoma, incluso después de la desaparición del laborismo.

Este error teórico abre la posibilidad de un curso de capitulación frente al peronismo, por vía de las ilusiones en la evolución de la burocracia sindical como polo obrero independiente. Es de esta manera como se fundamentó en vuestra revista Estrategia, por Hermes Radio, en 1959, la disolución de vuestro grupo en el peronismo.

En el afán de asimilar al frente popular con la política progresiva que es propia de uno de los extremos del desarrollo del nacionalismo burgués, ustedes dicen que el imperialismo tuvo que abatir a Allende por ser éste nacionalista.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es muy interesante este texto.. lo tenés completo o el link al mismo?

LR dijo...

Lamentablemente no, lo transcribí de un libro de Jorge Altamira que se llama Teoría Marxista y Estrateiga Política, de ediciones Rumbos. Tiene también un debate con Jacob Gorender sobre los frentes populares (donde este último justifica su apoyo al PT brasilero).