De Mendiguren, el vicepresidente de la Unión Industrial Argentina, teme por sus negocios. Es que, según él, la baja de la cotización del dólar y la suba de la tasa de interés genera una nueva bicicleta financiera.
A los K no les ha caído nada bien que Cobos se cortara solo e invitara a los gobernadores a discutir el asunto de las retenciones móviles. Mientras tanto, Urquía, el senador K y dueño de Aceitera General Deheza, renuncia a la presidencia de la Comisión de Presupuesto y es reemplazado por un senador de Santa Cruz.
El IndeK informa un crecimiento del 9% y a la vez que las importaciones crecieron un 47% mientras que las exportaciones cayeron un 3%.
Por su lado, Kirchner se reúne con los capanga de la CGT y pactan que no habrá pedidos de aumentos salariales.
De Mendiguren, en tanto representante de la burguesía industrial mercado internista, se alarma por la baja cotización del dólar porque sus ganancias dependen de un tipo de cambio alto. El aumento, en términos absolutos, de las importaciones revela que el tipo de cambio alto ya no es tan eficaz para proteger a la industrial nacional. Revela que es necesaria una nueva devaluación, otra confiscación a los trabajadores.
Lo que ocurre también es que Argentina está importando la inflación generada por la especulación internacional en materias primas y a su vez ha generado una espiral inflacionaria interna (calculada en aproximadamente en un 30% anual). Esa es la explicación que encuentro a que el tipo de cambio devaluado vaya dejando de servir como herramienta competitiva. De hecho, mantener un tipo de cambio devaluado, en un contexto de entrada de divisas por mayores exportaciones, implica que hay que endeudarse o emitir moneda. El aumento del endeudamiento hace aumentar la tasa de interés (por ponerse en duda la capacidad y la voluntad de pago), mientras que la emisión monetaria genera inflación.
Por eso no es creíble la tasa de crecimiento anunciada. Porque si la inflación es mayor a la que informa el Indek, forzosamente el crecimiento debe ser menor al informado.
Nadie se cree la fortaleza del Banco Central. Los supuestos 50 mil millones de reservas son hoy 47 mil millones (en los últimos meses se perdieron más de 3 mil millones), de los cuales 16 mil millones están atados a las Letras del Banco Central (LEBAC), por lo que las reservas en realidad son de 31 mil millones y no sabemos tampoco cómo están invertidas ni si son todas de libre disponibilidad.
Esta crisis genera un grado de descomposición del régimen político tal que ninguno de los representantes de las distintas fracciones burguesas en disputa saben para dónde disparar. Por eso los movimientos en la cúpula: porque la base se agita. Por eso la constante conspiración. Por eso las amenazas de golpes oficialistas y opositores no son falsas, aunque ya no se trate de militares saliendo de los cuarteles.
Ni qué hablar de las centrales sindicales. No existe un apoyo unificado a uno u otro campo de la burguesía. Tanto la CGT como la CTA se dividen entre apoyar al campo o al gobierno.
La agitación de la base, esto es, el efecto determinante de la infraestructura no es absoluto sino que se encuentra en relación dialéctica con las crisis en las alturas. Se retroalimentan.
Trotsky decía que “… en toda sociedad de clases existen suficientes contradicciones como para que entre las fisuras se pueda urdir un complot. La experiencia histórica prueba, sin embargo, que también es necesario cierto grado de enfermedad social -como en España, en Portugal y en América del Sur- para que la política de las conspiraciones pueda alimentarse constantemente. En estado puro, la conspiración, incluso en caso de victoria, sólo puede reemplazar en el poder camarillas de la misma clase dirigente o, menos aún, sustituir hombres de Estado.” (Historia de la Revolución Rusa, “El arte de la insurrección”)
Si seguimos así se generará una situación de la que hablaba Lenin en La Bancarrota de la II Internacional: “1) La imposibilidad para las clases dominantes de mantener su dominio en forma inmutable; tal o cual crisis en las ‘alturas’, una crisis de la política de la clase dominante, abre una grieta por la que irrumpen el descontento y la indignación de las clases oprimidas. Para que estalle la revolución no basta que ‘los de abajo no quieran’ vivir como antes, sino que hace falta que ‘los de arriba no puedan vivir’ como hasta entonces. 2) Una agravación, superior a la habitual, de la miseria y las penalidades de las clases oprimidas. 3) Una intensificación considerable, por las razones antes indicadas, de la actividad de las masas, que en tiempos ‘pacíficos’ se dejan expoliar tranquilamente, pero que en épocas turbulentas son empujadas, tanto por la situación de crisis en conjunto como por las ‘alturas’ mismas, a una acción histórica independiente”. (…)
Ese conjunto de cambios es lo que llamaba Lenin, una situación revolucionaria. Esto fue lo que ocurrió en 2001.
Pero nuestro buen camarada Lenin agregaba en otro escrito que “La revolución es imposible sin una crisis nacional general que afecte a explotados y a explotadores. Por consiguiente, para la revolución hay que lograr, primero, que la mayoría de los obreros (o en todo caso, la mayoría de los obreros conscientes, reflexivos, políticamente activos) comprenda profundamente la necesidad de la revolución y esté dispuesta a sacrificar la vida por ella; en segundo lugar, es preciso que las clases gobernantes atraviesen una crisis gubernamental que arrastre a la política a las masas más atrasadas (el síntoma de toda revolución verdadera es la decuplicación o centuplicación del número de hombres aptos para la lucha política, representantes de la masa trabajadora y oprimida, antes apática), que reduzca a la impotencia al gobierno y haga posible su derrumbamiento rápido por los revolucionarios” (Lenin, La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el comunismo. Abril - Mayo de 1920).
Por eso es tan necesaria la construcción de un partido de trabajadores, revolucionario, porque las salidas que plantean ambas fracciones de la burguesía son falsas salidas y aumentarán la pobreza de la mayoría de la población y de la próxima situación revolucionaria saldremos tan maltrechos como en el 2001, por una deficiencia en las condiciones subjetivas, por falta de partido. Renegar de esto es criminal, porque implica condenar a la pobreza y la muerte a millones de personas.
Saludos
A los K no les ha caído nada bien que Cobos se cortara solo e invitara a los gobernadores a discutir el asunto de las retenciones móviles. Mientras tanto, Urquía, el senador K y dueño de Aceitera General Deheza, renuncia a la presidencia de la Comisión de Presupuesto y es reemplazado por un senador de Santa Cruz.
El IndeK informa un crecimiento del 9% y a la vez que las importaciones crecieron un 47% mientras que las exportaciones cayeron un 3%.
Por su lado, Kirchner se reúne con los capanga de la CGT y pactan que no habrá pedidos de aumentos salariales.
De Mendiguren, en tanto representante de la burguesía industrial mercado internista, se alarma por la baja cotización del dólar porque sus ganancias dependen de un tipo de cambio alto. El aumento, en términos absolutos, de las importaciones revela que el tipo de cambio alto ya no es tan eficaz para proteger a la industrial nacional. Revela que es necesaria una nueva devaluación, otra confiscación a los trabajadores.
Lo que ocurre también es que Argentina está importando la inflación generada por la especulación internacional en materias primas y a su vez ha generado una espiral inflacionaria interna (calculada en aproximadamente en un 30% anual). Esa es la explicación que encuentro a que el tipo de cambio devaluado vaya dejando de servir como herramienta competitiva. De hecho, mantener un tipo de cambio devaluado, en un contexto de entrada de divisas por mayores exportaciones, implica que hay que endeudarse o emitir moneda. El aumento del endeudamiento hace aumentar la tasa de interés (por ponerse en duda la capacidad y la voluntad de pago), mientras que la emisión monetaria genera inflación.
Por eso no es creíble la tasa de crecimiento anunciada. Porque si la inflación es mayor a la que informa el Indek, forzosamente el crecimiento debe ser menor al informado.
Nadie se cree la fortaleza del Banco Central. Los supuestos 50 mil millones de reservas son hoy 47 mil millones (en los últimos meses se perdieron más de 3 mil millones), de los cuales 16 mil millones están atados a las Letras del Banco Central (LEBAC), por lo que las reservas en realidad son de 31 mil millones y no sabemos tampoco cómo están invertidas ni si son todas de libre disponibilidad.
Esta crisis genera un grado de descomposición del régimen político tal que ninguno de los representantes de las distintas fracciones burguesas en disputa saben para dónde disparar. Por eso los movimientos en la cúpula: porque la base se agita. Por eso la constante conspiración. Por eso las amenazas de golpes oficialistas y opositores no son falsas, aunque ya no se trate de militares saliendo de los cuarteles.
Ni qué hablar de las centrales sindicales. No existe un apoyo unificado a uno u otro campo de la burguesía. Tanto la CGT como la CTA se dividen entre apoyar al campo o al gobierno.
La agitación de la base, esto es, el efecto determinante de la infraestructura no es absoluto sino que se encuentra en relación dialéctica con las crisis en las alturas. Se retroalimentan.
Trotsky decía que “… en toda sociedad de clases existen suficientes contradicciones como para que entre las fisuras se pueda urdir un complot. La experiencia histórica prueba, sin embargo, que también es necesario cierto grado de enfermedad social -como en España, en Portugal y en América del Sur- para que la política de las conspiraciones pueda alimentarse constantemente. En estado puro, la conspiración, incluso en caso de victoria, sólo puede reemplazar en el poder camarillas de la misma clase dirigente o, menos aún, sustituir hombres de Estado.” (Historia de la Revolución Rusa, “El arte de la insurrección”)
Si seguimos así se generará una situación de la que hablaba Lenin en La Bancarrota de la II Internacional: “1) La imposibilidad para las clases dominantes de mantener su dominio en forma inmutable; tal o cual crisis en las ‘alturas’, una crisis de la política de la clase dominante, abre una grieta por la que irrumpen el descontento y la indignación de las clases oprimidas. Para que estalle la revolución no basta que ‘los de abajo no quieran’ vivir como antes, sino que hace falta que ‘los de arriba no puedan vivir’ como hasta entonces. 2) Una agravación, superior a la habitual, de la miseria y las penalidades de las clases oprimidas. 3) Una intensificación considerable, por las razones antes indicadas, de la actividad de las masas, que en tiempos ‘pacíficos’ se dejan expoliar tranquilamente, pero que en épocas turbulentas son empujadas, tanto por la situación de crisis en conjunto como por las ‘alturas’ mismas, a una acción histórica independiente”. (…)
Ese conjunto de cambios es lo que llamaba Lenin, una situación revolucionaria. Esto fue lo que ocurrió en 2001.
Pero nuestro buen camarada Lenin agregaba en otro escrito que “La revolución es imposible sin una crisis nacional general que afecte a explotados y a explotadores. Por consiguiente, para la revolución hay que lograr, primero, que la mayoría de los obreros (o en todo caso, la mayoría de los obreros conscientes, reflexivos, políticamente activos) comprenda profundamente la necesidad de la revolución y esté dispuesta a sacrificar la vida por ella; en segundo lugar, es preciso que las clases gobernantes atraviesen una crisis gubernamental que arrastre a la política a las masas más atrasadas (el síntoma de toda revolución verdadera es la decuplicación o centuplicación del número de hombres aptos para la lucha política, representantes de la masa trabajadora y oprimida, antes apática), que reduzca a la impotencia al gobierno y haga posible su derrumbamiento rápido por los revolucionarios” (Lenin, La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el comunismo. Abril - Mayo de 1920).
Por eso es tan necesaria la construcción de un partido de trabajadores, revolucionario, porque las salidas que plantean ambas fracciones de la burguesía son falsas salidas y aumentarán la pobreza de la mayoría de la población y de la próxima situación revolucionaria saldremos tan maltrechos como en el 2001, por una deficiencia en las condiciones subjetivas, por falta de partido. Renegar de esto es criminal, porque implica condenar a la pobreza y la muerte a millones de personas.
Saludos